Con la inteligencia artificial, los creadores exploran nuevas fronteras visuales
Es el denominado arte generativo, la nueva frontera de la creación visual, según sus defensores.
Sofía Crespo utiliza las redes generativas antagónicas para recrear animales. Foto: AFP.
La argentina Sofía Crespo crea insectos inquietantes, el estadounidense Robbie Barrat juega y deforma desnudos del arte clásico para ofrecer nuevas versiones del cuerpo humano. Todos ellos son criptoartistas, y todo ellos exploran nuevos terrenos con la ayuda de la inteligencia artificial.
«Es como un ballet entre el ser humano y la máquina», asegura en entrevista con la AFP Jason Bailey, un coleccionista y uno de los blogueros más reputados en el mundo del criptoarte (Artnome).
En su gran mayoría, esos artistas digitales trabajan con supercomputadoras y programas conocidos como redes generativas antagónicas (GAN, en inglés). Los programas GAN implican dos redes neuronales que compiten mutuamente mediante algoritmos para entregar al artista (que introduce previamente los datos) la obra que le interesa.
Sofía Crespo, de 30 años, utiliza la GAN para recrear animales. El objetivo «no pasa por evadir la naturaleza real, sino por generar un contacto con la naturaleza en un medio en el que pasamos muchísimo tiempo, que son los medios digitales», explicó en videoentrevista con la AFP desde Lisboa, donde trabaja.
Los insectos de Crespo son hiperrealistas, con antenas, alas y cuerpos que parecen surgidos de un manual de entomología. Aunque su cuerpo parece una mutación genética.
Desde que hace 25 años un ordenador equipado con inteligencia artificial, DeepBlue, batió al campeón de ajedrez Garry Kasparov, esta tecnología ha avanzado a pasos agigantados, al punto de que los científicos vaticinan que un día podrá emular perfectamente todo lo que el ser humano es capaz de aprender y recrear.
La gran novedad en su método de aprendizaje es la red neuronal, es decir, la capacidad de reproducir la manera de razonar humana mediante conexiones incesantes entre nódulos de información.
Ese es el principio del GAN: un sistema de neuronas crea una obra de arte inicial, y otra, la «discriminante», dictamina si se ajusta a los criterios del artista. Sin embargo, la inteligencia artificial no es ninguna varita mágica para los artistas más exigentes.