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El río Tigris se muere

Un granjero kurdo-iraquí observa el río Tigris a su paso por la aldea de Bajid Kandala, en el norte de Irak. Foto: AFP.

Un granjero kurdo-iraquí observa el río Tigris a su paso por la aldea de Bajid Kandala, en el norte de Irak. Foto: AFP.

Sus aguas fueron célebres en el jardín del Edén, Sumeria y Babilonia, pero en el Irak actual, el Tigris se muere.

Entre las actividades humanas y el cambio climático, la agonía del río amenaza la vida que se implantó en sus orillas hace miles de años.

Desde abril, las temperaturas superan los 35 ºC y las tormentas de arena se suceden, recubriendo con una fina capa naranja máquinas, animales y seres humanos.

El verano es infernal para los iraquíes, cuando el termómetro llega a los 50 ºC y hay cortes de electricidad.

Irak se ha convertido en uno de los cinco países en el mundo más expuestos a las consecuencias del cambio climático, según las Naciones Unidas.

El Tigris, que cruza Irak, ya no ruge. Se está quedando sin voz, debido a la falta de lluvias, pero también a las represas construidas aguas arriba, como las de Turquía, donde tiene su origen.

Un corresponsal de la AFP ha recorrido las orillas del río para dar cuenta del desastre que obliga a los habitantes cambiar su forma de vida.

Faysh Khabur (norte): con la represa «el agua disminuye día a día»

El recorrido iraquí del Tigris comienza en las montañas del Kurdistán, en la encrucijada entre Irak, Siria y Turquía. Aquí, la gente se gana la vida cultivando patatas y criando ovejas.

En Faysh Khabur, «nuestra vida depende del Tigris», explica Pibo Hasán Dolmasa, de 41 años, muy erguido en sus polvorientos pantalones bombachos.

«Todo nuestro trabajo, nuestra agricultura, depende de él». Pero «desde hace dos o tres años», la situación es mala. «El agua disminuye día a día», señala, mientras que «antes el agua salía a cántaros».

Las autoridades iraquíes y los agricultores kurdos acusan a Turquía de retener el agua con las represas construidas río arriba.

Las estadísticas oficiales lo confirman: el nivel del Tigris este año a su llegada desde Turquía, es solo el 35% de la cantidad promedio que fluyó hacia Irak en los últimos 100 años.

Cuanto más se retiene el agua, más se reduce su caudal y menos se vierte en Irak, a lo largo de los 1.500 km que el río recorre antes de fusionarse con su gemelo, el Éufrates, para formar el Chat el Arab, río confluencia de los dos anteriores, y llegar hasta el Golfo.

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Diyala (centro): De desplazados por la guerra a desplazados por el agua

En algunos lugares, parecen simples charcos, pero las pequeñas acumulaciones de agua en el lecho del río Diyala son todo lo que queda de este afluente del Tigris en el centro de Irak, sin el cual no es posible ningún cultivo en la provincia.

Este año, debido a la sequía, las autoridades han reducido a la mitad las áreas cultivadas en todo el país. Como en Diyala no hay suficiente agua, en la región no se podrá cultivar.

«Nos veremos obligados a abandonar la agricultura y vender nuestros animales», lamenta Abu Mehdi, un granjero de 42 años con bigote azabache y chilaba blanca.

«Fuimos desplazados por la guerra» contra Irán en la década de 1980 «y ahora vamos a ser desplazados por el agua. Sin agua, absolutamente no podemos vivir en estas áreas», dice.

El hombre ha tratado de encontrarla por sus propios medios. «Hemos vendido todo, nos hemos endeudado para cavar pozos. He cavado pozos de 30 metros, ha sido un fracaso».

De aquí a 2050, «un aumento de la temperatura de un grado Celsius y una bajada de las precipitaciones del 10% causarán una reducción del 20% del agua dulce disponible» en Irak, alertó el Banco Mundial a finales de 2021.

Cerca de un tercio de las tierras irrigadas no tendrán agua entonces.

La escasez de agua, los desafíos para la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria forman parte de «los principales motores de las migraciones rurales hacia zonas urbanas» en Irak, advirtieron en junio la ONU y varias ONG.

A finales de marzo de 2022, más de 3.300 familias habían sido desplazadas por «factores climáticos» en diez provincias del centro y el sur del país, según un informe de agosto de la Organización Internacional para las Migraciones.

«La migración climática es ya una realidad en Irak», afirmó la OIM.

Bagdad: ‘Depósitos de arena’ y residuos en la orilla

Este verano, en Bagdad, el nivel del Tigris era tan bajo que AFP filmó a jóvenes jugando al voleibol en medio del río, con el agua que apenas les llegaba a la cintura.

Esto se debe a los «depósitos de arena», explica el Ministerio de Recursos Hídricos. Con un caudal tan flojo que no puede arrastrarlos curso abajo, estos depósitos se acumulan en el fondo y el río, donde los habitantes capitalinos vierten sus aguas usadas, no puede desaguar.

Hace poco, el gobierno enviaba máquinas para aspirar la arena de los lechos pero ahora, por falta de medios, estas funcionan al ralentí.

La conciencia ambiental del gobierno y la población es «débil» incluso si «todo iraquí siente el cambio climático que se traduce en temperaturas al alza, una disminución de las precipitaciones, una caída del nivel del agua, tormentas de arena», dice la militante ecologista Hajer Hadi.

Con su ONG Clima Verde, la joven recorre escuelas y universidades para introducir a los jóvenes en la ecología y los efectos del cambio climático en su país.

Ras al Bisha (sur): tierra salada y palmeras con sed

«¿Ve estas palmeras? Tienen sed», dice Molla al Rashed señalando una decena de estos árboles. «Necesitan agua. ¿Voy a regarlas vaso a vaso? ¿Con una botella?», se pregunta este agricultor de 65 años.

La situación es pareja en el palmeral vecino, donde apenas se ve el esqueleto de árboles decapitados. «No hay agua dulce, la vida ha terminado», dice el hombre, con una kefia beige cubriéndole la cabeza.

Ras al Bisha se encuentra en los confines de Irak, Irán y Kuwait, donde el Chat el Arab, el principal canal del delta común del Tigris y el Éufrates, desemboca en el Golfo.

Dado el bajo caudal, el agua del mar engulle y remonta el curso del Chat al Arab. La ONU y los agricultores denuncian el impacto de esta salinización en el suelo y las repercusiones sobre los rendimientos agrícolas.