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Munch y Kokoschka, un diálogo degenerado en París

'El Beso', del pintor noruego Edvard Munch, es expuesto en el Museo de Orsay de París desde el 20 de septiembre. Foto: AFP.

'El Beso', del pintor noruego Edvard Munch, es expuesto en el Museo de Orsay de París desde el 20 de septiembre. Foto: AFP.

París disfruta a partir de esta semana de dos grandes exposiciones sobre el denominado arte degenerado, el apodo que los nazis le pusieron a obras que sacudieron el mundo de la pintura, de la mano del noruego Edvard Munch y del austriaco Oskar Kokoschka.

En ambos casos, las etiquetas restringieron la verdadera dimensión de su arte.

«Se puede ser célebre y sin embargo desconocido», advierte el comunicado de prensa de la exposición sobre Munch, inaugurada el martes y que permanecerá abierta hasta el 22 de enero en el Museo de Orsay.

Heredero de la fuerza expresiva de Vincent Van Gogh, Munch (1863-1944) pronto causó escándalo con su visión de la vida burguesa como un escenario inquietante, en la que personajes, a menudo cadavéricos, deambulan en la más absoluta soledad, o con expresiones agónicas.

Su obra más conocida es El grito (1893), un cuadro que rompe abruptamente con el impresionismo o el realismo del finales del siglo XIX y que contribuye a precipitar la llegada de la modernidad al mundo del arte.

Munch empezó a exponer en su país natal con poco más de 20 años. En 1886, cuatro cuadros suyos provocan escándalo y amigos escritores tienen que salir en su defensa.

Apenas seis años después, otra exposición personal en Berlín tiene que ser cerrada precipitadamente ante las protestas de algunos visitantes, desconcertados ante la morbidez de esas telas.

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Un poema de vida, de amor y de muerte

Munch perdió en su niñez a su madre y a una hermana mayor, y luchó toda su vida contra la depresión. Pero veía su obra como un «poema de vida, de amor y de muerte», una gran «cenefa» en la que esos temas iban a entrelazarse de manera permanente.

«La cenefa de la vida ha sido pensada como una serie coherente de cuadros» explicó en 1919.

«Era importante mostrar en esta exposición hasta qué punto Munch pensó en El Grito no como una obra aislada, sino inscrita en un ciclo», explicó a la AFP la comisaria de la exposición, Claire Bernardi.

A pesar de esa visión de conjunto de Munch, muchas de sus obras fueron percibidas como auténticas bofetadas pictóricas.

Así, su Madonna de 1895, o la mujer «vampira» que pintó también ese año, una impactante versión pictórica del mito.

La exposición del Museo de Orsay presenta casi 100 obras, entre pinturas, grabados y litografías, por orden cronológico.

En el ojo del huracán

Kokoschka también sacude a la sociedad vienesa de principios de siglo con unos retratos inquietantes.

«No busca representar a la persona de forma convencional, ofrecer una imagen halagadora, sino mostrar su vida interior, sus estados de ánimo», explica a la AFP la comisaria de la exposición, Fanny Schulmann.

En Alemania, esa tendencia se denomina «expresionismo», una escuela a la que se acogerá voluntariamente Kokoscha.

Algunos de sus clientes rechazarán sus obras, como el doctor Auguste Forel, que cree que su retrato de 1910 guarda más relación con la psiquiatría que con la pintura.

Los críticos tildan a Kokoschka de «fauve» («salvaje») y él reacciona rapándose la cabeza.

Pero a diferencia de Munch, Kokoscha se encuentra en el ojo del huracán, en el corazón del nacionasocialismo.