Martin Parr, la diversión continúa tras cinco décadas de fotografía
Cuando empezó en los años 70, tras sus estudios en la universidad de Manchester, el británico sacaba fotos en blanco y negro como muchos maestros de la época.
Una visitante en la exposición 'Deja view', del fotógrafo británico Martin Parr y del grupo Anonymous Project en la galería Magnum de París, el 26 de septiembre de 2022. Foto: AFP.
Sus imágenes de colores saturados y ambiente kitsch lo han convertido en una leyenda del mundo de la fotografía, pero a sus 70 años el británico Martin Parr sigue divirtiéndose.
Esta vez, con una exposición en París en la que confronta su obra con la de fotógrafos desconocidos.
Déjà view, inaugurada en la Galería Magnum de París, es una conversación lúdica y desenfadada entre Parr y las fotografías de The Anonymous Project.
Este proyecto es del equipo dirigido por el cineasta Lee Shulman que desde 2017 rescata diapositivas de aficionados.
«La exposición muestra que la fotografía es muy democrática. Esta gente sacó fotos tan buenas como las mías casi por casualidad, pero lo hicieron con la voluntad de dejar un testimonio», dijo.
«Ese es en parte también mi motivación de hacer esto», añadió Parr.
Shulman (49 años) es el iniciador de esta inusual aventura.
Recibir, examinar y seleccionar las imágenes más llamativas de décadas –entre 1950 y 1980– de producción masiva de diapositivas en todo el mundo.
«Shulman me contactó y me propuso este concepto», recuerda Parr.
«Dijo inmediatamente: Sí» explica con orgullo Shulman.
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Más de 800.000 diapositivas
En cinco años Shulman y su equipo han examinado cerca de 800.000 diapositivas, de las cuales seleccionaron y escanearon unas 25.000 hasta la fecha.
«Martin Parr tiene más, así que seleccionar las de Martin fue más difícil que escoger las mías», explicó Shulman a la AFP.
Miembro de la cooperativa Magnum desde 1994, Martin Parr cuenta con un archivo de cerca de 53.000 imágenes, buena parte de ellas archivadas en su fundación basada en Bristol.
Al final fueron seleccionadas 64 pares de imágenes que, como en un juego, aparecen sin ningún pie de foto.
Es tarea del visitante adivinar qué foto es la de Parr, cuál fue inmortalizada por un aficionado.
Bañistas dormidos al sol, ancianos bailando con globos en la mano, pasteles y platos de patatas fritas olvidados encima de una mesa.
Martin Parr elevó la vida cotidiana al rango de arte. Y The Anonymous Project le sigue los pasos, a veces más cerca de lo que parece.
Martin Parr y el humor británico
«Siento que mantengo una conexión con la historia de la sátira y el humor en el Reino Unido. Y creo que eso a la gente en Francia les gusta porque pueden de reírse de los ingleses», explica Parr.
«Me siento muy feliz de ser ese catalizador», añade con una sonrisa.
Pero bajo esa mirada irónica y llena de empatía se esconde una voluntad de cuestionar los cimientos de la fotografía.
Cuando empezó en los años 1970, tras sus estudios en la universidad de Manchester, Parr sacaba fotos en blanco y negro, como el francés Henri Cartier-Bresson y otros maestros.
Pero el fotógrafo se sentía irremediablemente atraído por cosas tan pintorescas como las postales, o los objetos más imaginablemente kitsch.
«Cuando probé el color ya no volví nunca más la vista atrás», asegura.
Parr utiliza el flash, incluso en exteriores, lo que da una tonalidad cruda a sus fotos.
«Cartier-Bresson vino a una de mis exposiciones y escribió algo así como que yo venía de otro planeta. Y yo le escribí: ‘entiendo su postura, pero no dispare al mensajero'», recuerda Parr.
Cuando el fotógrafo británico de sandalias y calcetines iba a entrar en Magnum, Cartier Bresson y otros fotógrafos pusieron objecciones.
Parr acabó entrando en Magnum. Y con los años acabó incluso presidiendo esa famosa cooperativa fotográfica.
La historia de esa pequeña disputa, y de su final feliz, será objeto de otra exposición a partir de noviembre, titulada apropiadamente «Reconciliación», en la Fundación Cartier-Bresson.
«Supongo que entrar en Magnum era algo bastante difícil», recuerda Parr.
Pero «que todos los fotógrafos somos por naturaleza intrusos», concluye.