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Museo Británico celebra a la ‘piedra de Rosetta’ en el desciframiento de jeroglíficos

La "piedra de Rosetta" data del año 196 a.C. y fue clave para resolver los jerogíficos porque contiene inscripciones con idéntico significado en tres tipos de escritura: en jeroglífico, en demótico -una antigua escritura egipcia- y en griego antiguo. Foto: AFP.

La "piedra de Rosetta" data del año 196 a.C. y fue clave para resolver los jerogíficos porque contiene inscripciones con idéntico significado en tres tipos de escritura: en jeroglífico, en demótico -una antigua escritura egipcia- y en griego antiguo. Foto: AFP.

La célebre «piedra de Rosetta» protagoniza una nueva exposición en el Museo Británico que marcará una de las fechas más significativas de la egiptología.

Son 200 años desde que un científico francés descifró su código y con él los jeroglíficos egipcios.

Bajo el título Jeroglíficos, desentrañando el antiguo Egipto, la muestra llega en un momento en el que los egiptólogos piden cada vez más que el museo londinense devuelva la pieza a El Cairo.

La acción imitará a otras instituciones británicas que comienzan a devolver los objetos saqueados durante la época colonial.

El fragmento de losa, que data del año 196 a.C., fue la clave para resolver el misterio de los jeroglíficos porque contiene inscripciones con idéntico significado en tres tipos de escritura.

Se trata de jeroglífico, en demótico –una antigua escritura vernácula egipcia– y en griego antiguo, que fue la base para traducir las otras.

Y fue el francés Jean-François Champollion quien descifró el misterio en 1822.

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Descubrimiento de la piedra

La piedra había sido descubierta por soldados franceses en los muros de un fuerte en 1799 y entregada al ejército británico como parte de un acuerdo de capitulación.

Está expuesta en el Museo Británico desde 1802, pero se hicieron de sus textos múltiples impresiones que tuvieron gran difusión.

Este aniversario «es un momento maravilloso para celebrar», dijo a los periodistas Ilona Regulski, conservadora de la cultura escrita egipcia en el museo londinense.

«Decidimos, ya que la piedra de Rosetta fue una clave tan importante para este desciframiento, hacer bien las cosas: con una exposición que muestre nuestros objetos emblemáticos», agregó.

Sin embargo, esta exposición está atizando la polémica.

Y es que el egiptólogo y ex secretario de Estado de Egipto Zahi Hawass, lanzó recientemente una petición para que se devuelva la piedra y otros tesoros «robados».

Preguntado por AFP, el Museo Británico argumenta que Egipto nunca ha hecho una petición formal de devolución de la «piedra de Rosetta».

Regulski defiende que se trata de un «objeto universal» cuya ubicación no importa, siempre que sea accesible al público.

Miembros de un grupo llamado Culture Unstained se manifestaron por otra parte el martes ante el museo.

Ellos exigen a El Cairo la liberación de presos políticos, entre ellos el activista Alaa Abdel Fattah, icono de la «revolución» de 2011.

«Legado problemático»

La exposición, que se inaugura el jueves, sigue el declive de los jeroglíficos a medida que los egipcios se pasaron a otras formas de escritura.

Explora los ricos descubrimientos sobre la vida en el antiguo Egipto que surgieron al descifrar los símbolos.

«Por primera vez en 3.000 años, los antiguos egipcios nos hablaron directamente», afirma el director del museo, Hartwig Fisher.

La muestra tiene en cuenta los intentos de los no europeos, como los árabes medievales, por comprender los símbolos.

Pero, se centra en la carrera de los estudiosos occidentales para descifrarlos.

«Nuestros viajeros fueron a Egipto y se quedaron asombrados por todos estos símbolos dibujados en las paredes de los templos», señala Regulski.

Esto llevó a su «interpretación como signos mágicos, de conocimiento secreto, la idea de que si uno era capaz de descifrar los jeroglíficos, entendería el significado de todo», afirma.

«La vieja Inglaterra aprenderá de la joven Francia a descifrar los jeroglíficos», escribió Champollion tras adelantarse a su rival inglés Thomas Young.

La exposición sugiere sin embargo que el francés tiene una «herencia problemática» y «a menudo se basaba en el trabajo de otros», incluido Young.