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‘Bardo’, el limbo cinematográfico de Iñárritu y de México

Alejandro González Iñárritu, en el Festival de Cine de Londres. Foto: AFP

México vive aún entre dos mundos, el de la conquista y el indígena. Una encrucijada irreductible, cree el director mexicano Alejandro González Iñárritu, cuya última película, Bardo, se estrena el 27 de octubre en su país natal.

El bardo es un término budista que alude al limbo que experimenta una persona al morir, un momento de transición antes de reencarnarse.

Y ese era también el estado de ánimo de Iñárritu (59 años) cuando rodó esta película tras dos décadas fuera de su país. Y después de convertirse en uno de los nombres más importantes del cine hollywoodense.

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La película Bardo es «el resultado de la particular forma en la que mi familia y yo hemos vivido, al salir de nuestro país, con esta compleja relación con Estados Unidos», explicó Iñárritua la AFP en una entrevista concedida en París. “Viviendo además en un territorio con 5 millones de mexicanos, con una identidad rota, fracturada”, agrega.

Pero ese «bardo» no es solamente personal, sino algo que viven todos los mexicanos, a pesar de más de dos siglos de independencia, asegura.

México es un país «que no acaba de asimilar de qué lado está, es una mezcla de alguna forma debatible», explicó Iñárritu.

«La ventaja de las cosas que ganas al salir, porque pierdes muchas, es perspectiva, y es un poco más de objetividad», añadió.

Paseo onírico    

Vista en el reciente Festival de Venecia, «Bardo» es un paseo onírico y barroco por un México a menudo caótico, a veces fantasmal.

A lo largo de dos horas y media, la película narra el retorno a su país de un periodista mexicano exiliado (Daniel Giménez Cacho) y su familia. Lo que debía ser un viaje breve para recibir un premio se convierte en una crisis existencial.

La película revisita con planos espectaculares algunos episodios clave de la historia del país. Como el dramático encuentro de los conquistadores y el imperio azteca, rodado en pleno Zócalo de la capital.

«Bardo» fue escogida por México para aspirar a la selección del Óscar a la mejor película extranjera.

Otra película mexicana «Roma», de Alfonso Cuarón, ganó precisamente tres oscares en 2019.

Iñárritu recortó «Bardo» en veinte minutos después del estreno en Venecia, aunque asegura que no fue en reacción a algunas críticas en la Mostra.

«Terminé la película literalmente dos días antes de irme a Venecia», explica.

La cinta necesitaba un retoque, asegura. «Es la misma película, la misma esencia. Es más, retaría a que alguien me dijera dónde la edité», declara.

«Bardo» es su primer largometraje en siete años. Su último gran éxito, «El renacido», con Leonardo di Caprio, le representó un segundo Óscar consecutivo al mejor director, en 2015.

La relación de Iñárritu con Estados Unidos es también un limbo personal y profesional.