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La desinformación plaga las elecciones con tácticas propias de Trump

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla con sus seguidores desde The Ellipse, cerca de la Casa Blanca, el 6 de enero de 2021 en Washington. Foto: AFP.

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla con sus seguidores desde The Ellipse, cerca de la Casa Blanca, el 6 de enero de 2021 en Washington. Foto: AFP.

Desde Estados Unidos hasta Brasil e Israel, un aluvión de desinformación electoral azotó a votantes de todo el mundo en 2022, al estilo Donald Trump. Aunque muchos ignoraron la estrategia de sembrar desconfianza en los procesos democráticos.

Un tsunami de falsedades inundó Twitter, Facebook, TikTok y YouTube con fotos y videos manipulados. Ante ello, los activistas prodemocráticos acusaron a las plataformas de hacer muy poco para combatir esa práctica.

Candidatos de todo el mundo siguieron el manual del expresidente norteamericano Donald Trump de divulgar acusaciones infundadas de fraude electoral. Sin embargo, en países como Estados Unidos y Brasil muchos votantes parecieron rechazar esa narrativa.

Desafiando predicciones generalizadas de una «ola roja» republicana en las elecciones de mitad de mandato de noviembre en Estados Unidos, varios candidatos elegidos por Trump perdieron. Los observadores apuntan a que la continua negativa del expresidente y sus aliados a aceptar el resultado electoral de 2020 pudo haber desalentado a los votantes.

Los líderes y simpatizantes republicanos «parecen estar aceptando que el recurrir a teorías conspirativas llevó a una mala selección de candidatos, al cinismo y a otros muchos males». Así declaró a la AFP Mike Caulfield, investigador del Center for an Informed Public de la Universidad de Washington.

«Muchos tratarán de desvincular a sus partidarios de las teorías de la conspiración de fraude electoral (…) Va a ser un problema muy difícil de resolver», dijo.

Del mismo modo, las elecciones brasileñas, que tuvieron una tensa segunda vuelta a finales de octubre, estuvieron inundadas de desinformación. El presidente saliente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, se hizo eco de las acusaciones de fraude electoral al estilo de Trump.

Bolsonaro perdió la reelección a manos del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. Y es que las encuestas mostraron que la ciudadanía sigue confiando en el sistema electoral que el mandatario derrotado puso en duda.

Pero los analistas advierten de que muchos ciudadanos aún creen en las afirmaciones de Bolsonaro y, en consecuencia, la lucha contra la desinformación está lejos de terminar.

Narrativas ‘engañosas’

Candidatos a los comicios de noviembre en Israel también siguieron el manual de jugarretas de Trump. El partido de Benjamin Netanyahu, Likud, lanzó una campaña denominada «detener el robo» apenas se convocó a esas elecciones.

«El Likud impulsaba la teoría de la conspiración de que las elecciones están amañadas, de que el comité electoral central de Israel está controlado por el Estado profundo». Así se refirió Achiya Schatz, director del grupo de vigilancia de la desinformación FakeReporter.

Netanyahu ganó y sus acusaciones se desvanecieron, al punto de recuperar el poder tras 14 meses en la oposición.

Trump tuvo una presencia importante en la política húngara, al respaldar personalmente al primer ministro nacionalista Viktor Orban antes de las elecciones de abril. Esos comicios estuvieron plagadas de desinformación.

Fidesz, el partido de Orban, «aprovechó su dominio de los medios de comunicación (…) para difundir acusaciones y narrativas incorrectas o engañosas sobre sus oponentes políticos». Esto se afirma según un estudio del centro de estudios húngaro Capital Político.

Justo antes de la votación, Orban, que cultivó estrechas relaciones con Vladimir Putin, alegó que sus rivales «pactaron con los ucranianos» ofrecerles armas y apoyo en caso de ganar.

Orban no ofreció pruebas y su partido volvió al poder con mayoría parlamentaria.

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‘Arma poderosa’

En todo el mundo la información engañosa y la desinformación suelen desatarse en las campañas electorales, erosionando la confianza en las instituciones democráticas. Y, a veces, generando caos cuando se trata de manipular de resultados.

En los comicios presidenciales de mayo en Filipinas, la desinformación relacionada con las elecciones alcanzó niveles «sin precedentes». Así lo ve Rachel Khan, de la alianza de comprobación de hechos Tsek.ph.

El aumento de verificación de los hechos (fact-checking) en comparación con elecciones anteriores no pudo controlar la desinformación. Y se centró principalmente en los dos principales candidatos, Ferdinand Marcos, que ganó holgadamente, y Leni Robredo.

«En términos de resultados electorales tuvimos muy poco impacto», dijo Khan, sobre el trabajo de la alianza.

«El problema realmente es la alfabetización mediática. Incluso quienes afirman que pueden distinguir la desinformación, en realidad no pueden», añadió.

En Kenia, los rivales presidenciales William Ruto y Raila Odinga supuestamente contrataron «guerreros digitales» para difundir desinformación electoral.

Las falsedades empezaron a propagarse casi un año antes de la elección de agosto.

Aunque la suprema corte de Kenia confirmó la victoria de Ruto, partidarios de Odinga creen que las elecciones fueron amañadas.

Nigeria se prepara para las elecciones de principios de 2023 y ya se pueden ver tácticas similares en la web: falsificación de imágenes para enlodar a adversarios.

Con Trump como aspirante a la Casa Blanca, los analistas advierten de que en Estados Unidos la desinformación electoral podría recrudecerse a medida que se acerque la fecha de la elección.

«La desinformación es una herramienta poderosa», dijo a la AFP Pamela Smith, presidenta de la organización no partidista Verified Voting. «Y quienes solo aprueban las elecciones que los favorecen, seguirán utilizándola», auguró.