Édgar Arandia se refiere al ekeko como una divinidad
El experto fue el invitado en Piedra, Papel y Tinta, donde habló sobre una teoría que, considera, es la más cercana a la objetividad.

El antropólogo Édgar Arandia, en Piedra, Papel y Tinta. Foto: Captura La Razón
El antropólogo, poeta y artista Édgar Arandia afirmó que en el mundo andino no hay dioses, sino «divinidades»; por eso es que el ekeko es una divinidad. «Es parte de todo el sistema religioso del mundo indígena», explicó.
En el programa Piedra, Papel y Tinta, el experto aseguró que el Iqiqu (Ekeko) no es más que una illa humana. “Como todas las cosas pequeñas que en las que se presenta, el iqiqu tuvo su origen en este problema precisamente del enanismo”, dijo. Se trata de una teoría que Arandia considera que es la más cercana a la objetividad.
“Veían que eran muy pequeños, pero que desarrollaban sus aparatos genitales de manera normal. Entonces, se dice que en esa etapa del desarrollo de la civilización tiwanakota, los consideraban illas humanas, fuentes de fecundidad humanas”, explicó. Es por eso que tenían un trato distinto.
El también columnista de La Razón mostró un dibujo de Guamán Poma de Ayala que presenta al ekeko vestido lujosamente, como visitador en la etapa incaica, “en la que, como parte de la administración del mundo indígena, tenía ciertos poderes. Era una especie del ministro del interior, por ejemplo”.
El investigador sostuvo que aquellos que estaban muy descontentos con las acciones del Inca, se los aproximaba al Iqiqu, ya que este tenía la potestad, inclusive, de llevarlos a prisión. “Era él quien veía en qué condiciones estaban las casas donde moraban las ñustas, las mujeres principales o las viudas”.
También puede leer: Tres ekekos para recordar a ‘Coco Manto’
Expansión
También se refirió al libro de Guamán Poma de Ayala donde se muestra a las mujeres iqiqu, que eran parte de la administración del imperio Inca y, además, en la etapa del imperio de Tiwanaku.
Entonces, “de la parte mítica a la histórica, él empieza a mantener su presencia”.
Arandia contó que el icono del iqiqu fue transformándose hasta convertirse en una representación mestizo-chola de esta divinidad. Es por eso que su configuración sigue representando a la fecundidad y la adoración al Kapak Raymi, “porque está mirando arriba, está sonriendo, con los brazos extendidos”.
“Él dice: ‘Miren, ya llega el Anata, ya llegan las lluvias. Las semillas están empezando a dar sus frutos. Alégrense porque el padre Sol está calentando esas semillas para que nosotros las disfrutemos’”.
Igualmente, habló de la principal ritualidad, que era el 21 de diciembre, que es el solsticio de verano, cuando se construían las illas e ispallas en arcilla y se las hacía secar al sol.
“Hasta ese momento era la Chalasita, que quiere decir intercambiaremos. Se volvió Alasita en la etapa republicana, cuando llegó el capitalismo primario a los territorios bolivianos. Y una de las primeras illas de billete fue durante el gobierno de (Mariano) Melgarejo”, contó.
El experto también habló de la fiesta que se expandió a Ecuador, Perú, Argentina o Venecia, en Italia. Es la preparación del tiempo del «jallupacha», época de lluvias, y se celebra en todas las plazas donde hay templos.
El ekeko «sí existió», resaltó, y fue extirpado de la cultura tradicional durante la irrupción de la Colonia. Y que con el transcurso de los años su imagen «fue divinizada».