Resinas asiáticas, cedro y betún fueron clave para tratar a las momias egipcias
Después de un tratamiento que podría durar hasta 70 días, algunas momias pasaban a un segundo pozo, de 30 metros de profundidad para iniciar su viaje al más allá.

Recreación pictórica de una escena de embalsamamiento en la necrópolis egipcia de Saqarah, al sur de El Cairo, divulgada el 31 de enero de 2023 por la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich. Foto: AFP.
Resinas de Asia, aceites de cedro del Líbano y betún del mar Muerto fueron los ingredientes usados por los antiguos egipcios para tratar a las momias. Así lo reveló un estudio publicado este miércoles que desvela además que estas fórmulas influenciaron el comercio en el Mediterráneo e incluso en Asia.
«Conocemos el nombre de los productos de embalsamar desde que fueran descifrados los antiguos escritos egipcios». Esta fue la explicación de la egiptóloga Susanne Beck, en un comunicado de la Universidad Tübingen, en Alemania. «Pero hasta ahora no podíamos adivinar las sustancias detrás de estos nombres», agregó.
Las excavaciones llevadas a cabo con su colega Ramadan Hussein, ya fallecido, descubrieron una colección excepcional de cerámicas utilizadas en las cámaras funerarias.
En Saqqarah, esta cámara funeraria llamada «wabet» está al fondo de un pozo de 13 metros de profundidad.
Después de que el difunto fuera eviscerado y se le extrajera el cerebro, los embalsamadores acompañados de sacerdotes especializados, lavaban el cuerpo. Y luego, lo preparaban para evitar su descomposición, que según sus creencias impedía una vida posterior.
Después de un tratamiento que podría durar hasta 70 días, algunas momias pasaban a un segundo pozo, de 30 metros de profundidad para iniciar su viaje al más allá.
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Análisis
Un equipo de investigadores de las universidades de Tübingen y Múnich, ayudado por el Centro Nacional de Investigación del Cairo, analizó los residuos en 31 recipientes del «wabet». Éstos datan de la 26º dinastía, hace más de 2.500 años.
Después los comparó con los recipientes encontrados en las tumbas adyacentes.
El descubrimiento es excepcional, ya que las inscripciones en los frascos incluyen instrucciones para el empleo.
«Para lavar», una mezcla de aceites de coníferas. Para un «olor agradable» una grasa de rumiante y resina de arbusto. Otra inscripción dedicada al «tratamiento de la cabeza», incluye por lo menos tres preparados.
Los análisis, llevados a cabo por Maxime Rageot, arqueólogo de la Universidad de Tübingen y principal autor del estudio publicado en Nature, revelaron un hecho importante. «La utilización de sustancias que tienen todas las propiedades biológicas útiles para la preservación de tejidos humanos y la reducción de malos olores», explicó en un punto de prensa.