Un gallo elegante en Oruro aprendió el oficio de vender y hasta pasa el timbre
La mascota fue rescatada por el hijo de Rosa y fue criado como un miembro más de la familia.
JImmy, el apeculiar gallo que atiende en una ferretería junto con su dueña.
Hay gallos que no solamente son cantores o despertadores. Jimmy aprendió a “vender” en una tienda de materiales de construcción en la calle Potosí, en Oruro. Ahora es ayudante para su dueña y mascota de la familia.
Vigilante y atento, posado sobre una vitrina cerca de la puerta, se lo ve todos los días en el negocio. Un día llegó de pollo a la familia Chungara, rescatado por el hijo de Rosa. Enhorabuena, ¡son cinco años de ser parte de la casa!
«Todos los días me acompaña en la tienda; cuando vienen los clientes, les pasa con su pico la cadena donde está el timbre, algunos lo entienden y otros se asustan», cuenta Rosa a La Razón.
Muestra el aparato como diciendo “toque el timbre”, y a veces ensayando de vendedor, pasándoles algunos productos pequeños a los clientes.
Incluso va al mercado con su familia. Allí deja sorprendida a la gente, que se pregunta cómo un gallo sigue a sus dueños cual si fuera un perro.
Cuando ella se encuentra ocupada al fondo de la tienda, Jimmy hace de alerta; con cacareos le anuncia la llegada de los clientes y la necesidad de vender algo. “Él siente cuando se acercan clientes y empieza a cacarear», describe Rosa.
De blanco plumaje, una cresta roja carnosa, una barbilla elegante y unas garras y espolones hermosos, el animal es la atracción del barrio. Despierta tanta curiosidad, que los transeúntes no pasan sino preguntando sobre su nombre o intentar acariciarlo.
Es un gallo especial, hasta engreído. A Jimmy no le gustan los cereales como a las otras aves de su especie y se alimenta con la comida que Rosa le prepara. «Si come algo extra es maíz, pero cocido».
Ya forma del paisaje urbano, y los vecinos de la calle Potosí, cerca de la León, comienzan a adoptarlo. Ahora el gallo tiene cinco años de edad; muchos periodistas y cuentas de redes sociales están ocupándose de él.
No es para menos. Los gallos no solo tienen el oficio de cantor y despertador, también de tendero; es cosa de amaestrarlos o tratarlos con amor, nada más.
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