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Un barco entre nubes y superhéroes, el singular fenómeno de los cholets en Bolivia

Uno de los Cholets en El Alto Bolivia.

Uno de los Cholets en El Alto Bolivia. (Foto AFP)

En un mar de casas de ladrillos zarpa El Crucero de los Andes, la última novedad entre los cholets, las viviendas altas y coloridas que erige la nueva burguesía aymara a 4.070 metros sobre el nivel del mar, en la ciudad boliviana de El Alto.

La construcción de 14 pisos se eleva como faro en un país sin litoral y es la última atracción en este tipo de arquitectura andina que surgió hace casi dos décadas cuando la economía boliviana crecía durante los primeros años de gobierno del presidente Evo Morales (2006-2019).

El propietario de El Crucero de los Andes, Víctor Choque Flores se enorgullece de su cholet y lo ve como su primer hijo. Duplica la altura de los más reconocibles de El Alto, con fachadas de superhéroes como Iron Man, de los «Transformers» Megatank y Bumblebee e incluso ya están los planos para la próxima edificación de un Messi cholet, en homenaje a la estrella del fútbol argentino.

Mitos

Con 35 años, Choque no habla de cifras, pero recalca que él y su concubina se endeudaron para pagar la obra. Así desmiente cualquier versión que los relacione con el contrabando o el dinero fácil, estigma que un sector de la población pone sobre los dueños de los cholets.

Estas casas por lo general son opulentas, residenciales, pero también con niveles destinados al entretenimiento comercial que incluyen saunas, gimnasios y salones de fiesta muy cotizados.

«Hemos dejado mucho de lado para llegar a esto. Mucha gente dice que podemos ser contrabandistas, pero por detrás hay mucho esfuerzo», dijo Choque a la AFP.

La arquitecta Vania Calle, docente de Urbanismo e integrante del Centro de Epistemología Andina, indica que hoy en día no solo están cambiando las fachadas, también el uso del suelo para permitir la explotación comercial de cada nivel del cholet.

Cholets, lujos entre pobreza

Los cholets de Iron Man, Megatank y Bumblebee responden a los gustos modernos de sus propietarios y la apuesta a que sean un negocio lucrativo.

La contradicción en El Alto es que 36% de su población, de poco más de un millón de habitantes- vive en la pobreza mientras muchas de estas construcciones de lujo están valoradas desde cientos de miles de dólares hasta los tres millones de dólares, según constructoras consultadas por la AFP.

Las construcciones de cholets empezaron a multiplicarse a principios de la década del 2000, cuando la parte superior estaba restringida al entorno de los dueños de edificaciones. Hoy destinan los primeros niveles a actividades comerciales.

«No solo es el salón de baile sino el coronamiento de la edificación y al hacer que sea transitable hasta el último nivel (.) se está abriendo una posibilidad de otros espacios para que sea rentable varios días», explicó la arquitecta.

El emergente poder económico de un grupo de descendientes aymaras dio luz verde a cholets que son un anzuelo a la vista para que más personas se interesen en alquilar sus instalaciones.

«Este edificio contiene un subterráneo, parqueo, residencial como hotel con Netflix y también aquí está como sauna», enumera Santos Pacheco propietario de otro cholet que tiene una réplica de Megatank en la fachada.

«Ya sabíamos que había otros (cholets) Transformers y por eso nosotros hemos pensado en el Megantak, así por primera vez un malo iba a estar», cuenta a la AFP. Pacheco dice que con el sauna y un baño público recién inaugurado ha logrado ir pagando su inversión y espera pronto tener utilidades.

Del cine al cholet

Al menos unas 30 empresas se han especializado en ofrecer el decorado de fachadas que incluye la instalación de superhéroes a gran escala. Existen 600 cholets distribuidos en zonas como Villa Adela, Senkata, Villa Bolivar y 16 de Julio, barrios muy poblados al pie de la cordillera.

No faltan entradas con la diosa egipcia Temis o la Estatua de la Libertad pero el cholet que más convoca es el de Bumblebee, que tras una inauguración pomposa de su salón de fiestas logró reservas hasta con seis meses de adelanto.

La singular arquitectura divide a los vecinos que defienden la fusión de colores andinos con personajes de ficción y a otros que la consideran ajena a la cultura indígena.

«Hace cotizar mejor, trae prosperidad a la zona. Para este sector seguro va a ser turístico», opina Andrea Canaviri, vecina del cholet de Iron Man. 

Ramiro Sirpa ha esculpido una docena de figuras para cholets y ahora trabaja en otra réplica de Iron Man a escala real. «Es una tendencia, es una fusión (.)», defiende desde su taller.

«Hay muchos artistas que dicen que esto no nos representa, pero para mí es fusión. Si no hay fusión no tendríamos nada», apunta Sirpa, que tiene más encargos para hacer esculturas de figuras para nuevos cholets.

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