Alcalde advierte y transportistas analizan si siguen en paro
Los transportistas urbanos de Santa Cruz de la Sierra analizan si van al tercer día consecutivo de paro. El alcalde advierte que podrían perder sus licencias para brindar el servicio.
El paro indefinido de transporte público en Santa Cruz de la Sierra cumplió su segundo día, dejando a la ciudadanía en una situación crítica al momento de trasladarse. La reunión de la tarde de hoy martes con el alcalde Jhonny Fernández no llegó a una solución. El burgomaestre propuso activar desde mañana miércoles una serie de reuniones por tiempo y materia para lograr una salida. Los transportistas solicitaron un cuarto intermedio y se encuentran analizando si continuarán con la medida por tercera jornada consecutiva, lo que también pone en riesgo sus licencias para brindar el servicio.
En conferencia de prensa, el alcalde Fernández destacó los daños económicos y sociales que ha generado el paro. Afirmó que esta situación “no puede seguir perjudicando a los ciudadanos”. La autoridad propuso una mesa de trabajo interinstitucional, pero condicionó su instalación al levantamiento previo de la medida. Según Fernández, esta instancia incluiría a juntas vecinales, asociaciones gremiales y otros sectores sociales, conforme lo establece el reglamento de tránsito y transporte municipal.
El conflicto tiene como eje la demanda de incrementar el pasaje de Bs 2 a Bs 3 en la capital cruceña. Según el alcalde, este punto debe ser abordado en el marco de un análisis más amplio que contemple aspectos legales, técnicos, además de los económicos. La autoridad fue tajante al sentenciar que “no se puede violar la ley ni el reglamento vigente”.
Advertencia a los transportistas
Fernández advirtió que, de persistir la medida, los transportistas podrían enfrentar consecuencias legales y administrativas. Según explicó, el tercer día consecutivo de paro implicaría la pérdida del derecho a operar como transporte público, declarándolos como ilegales. Además, remarcó que es responsabilidad del gobierno municipal garantizar el cumplimiento de las normativas y la continuidad del servicio para los ciudadanos.
“Si no levantan el paro, no sólo habrá sanciones económicas; perderán el derecho a trabajar como transporte público”, afirmó el alcalde y llamó a la reflexión a los dirigentes del sector.
El paro está generando un impacto profundo en la vida cotidiana de los habitantes de la capital cruceña, especialmente para los sectores más vulnerables que dependen del transporte público para sus actividades diarias. Comerciantes y trabajadores informales también reportan pérdidas debido a la falta de movilidad. Todo esto suma presión a una economía ya golpeada por otros factores.
Aunque las propuestas del gobierno municipal han sido presentadas, la decisión final sobre la continuidad del paro recae ahora en las bases del sector transportista. Según Fernández, se espera que en las próximas horas los dirigentes entreguen una respuesta definitiva.
“Esperemos que prime la sensatez y se restablezca el servicio de transporte. Estamos abiertos al diálogo, pero necesitamos trabajar en un marco de legalidad y compromiso con la ciudadanía”, concluyó el alcalde.
En la reunión cumbre del Foro Económico Mundial, que se llevó a cabo esta última semana en Davos, Suiza, Gita Gopinath, primera subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y una de las más destacadas macroeconomistas del mundo, compartió sus perspectivas, diseccionando las complejidades del panorama económico global.
“Divergencia e incertidumbre” son las palabras clave que definen la perspectiva económica del FMI para 2025, aseveró Gopinath. La economía global se proyecta con un crecimiento del 3.3% este año y el próximo, una cifra que refleja estabilidad, pero también notables contrastes regionales.
“Mientras que la economía de Estados Unidos está funcionando mejor de lo esperado, con un crecimiento del 2.7%, Europa está rezagada con solo un 1%. China también enfrenta numerosos desafíos”, destacó. Estos desequilibrios generan consecuencias no solo a nivel regional, sino también global, con efectos en las cadenas de suministro, el comercio y la inversión.
La incertidumbre, otra constante, está marcada por cambios en las políticas comerciales, migratorias y de inversión. Según Gopinath, “les preocupa que los costos de endeudamiento elevados y la depreciación de las monedas frente al dólar presenten desafíos significativos para muchos países”.
Tecnología y sostenibilidad
En medio de estas tensiones, Gopinath identifica dos áreas de oportunidad: el avance de las tecnologías emergentes y la integración en cadenas de suministro globales. “Las tecnologías como la inteligencia artificial generativa podrían aumentar la productividad mundial en hasta 0.8 puntos porcentuales del PIB”, afirmó. Este potencial es vital, especialmente considerando que las proyecciones de crecimiento a mediano plazo son las más débiles en décadas.
Por otro lado, la transición hacia economías más sostenibles también es crucial. Gopinath subrayó la importancia de invertir en infraestructura climática y fomentar empleos en sectores de alta tecnología. “No es solo acerca del cambio climático, sino también de construir seguridad energética y fomentar un crecimiento inclusivo y resiliente”, explicó.
Deuda y necesidad de agilidad
Un tema central de la discusión fue la creciente deuda pública mundial, que alcanzó los 100 billones de dólares en 2024 y continúa en ascenso. “La historia muestra que nuestras proyecciones suelen ser optimistas; podríamos estar subestimando los niveles futuros de deuda en hasta un 10%”, advirtió Gopinath. Para abordar este problema, recomendó tres estrategias: primero, diseñar políticas fiscales que prioricen el crecimiento; segundo, establecer marcos fiscales sólidos que controlen el gasto; tercero, involucrar a la sociedad en las reformas necesarias.
Gopinath enfatizó también la importancia de crear “colchones fiscales” para responder a futuras crisis. “Es crucial equilibrar el gasto en inversión pública con políticas tributarias que no obstaculicen la innovación ni el crecimiento”, dijo.
América Latina hoy
Para los países sudamericanos, las reflexiones de Gopinath tienen particular relevancia. La región, rica en recursos naturales y con una población joven, tiene un papel clave en las cadenas de suministro globales y en la transición hacia economías sostenibles. Sin embargo, también enfrenta problemas de deuda, volatilidad cambiaria y desigualdad.
“Los mercados emergentes representan el 45% del PIB global, y sus efectos se sienten en todo el mundo. Necesitamos colaborar para asegurar el crecimiento y la resiliencia”, señaló Gopinath. Estas palabras destacan la interconexión entre las economías avanzadas y las emergentes, así como la necesidad de una cooperación internacional efectiva.
Promesas y riesgos tecnológicos
El impacto de la tecnología también fue un tema recurrente. Gopinath instó a los líderes a invertir en infraestructura digital pública y en la capacitación de sus ciudadanos. “Es fundamental garantizar que todos tengan acceso a la economía digital y puedan participar de los beneficios de la IA”, afirmó. Sin embargo, las oportunidades que la tecnología ofrece vienen acompañadas de riesgos significativos.
Uno de los principales desafíos es evitar que las brechas digitales se profundicen, especialmente en países con sistemas educativos y redes de infraestructura menos desarrolladas. Según Gopinath, la inversión en educación digital y programas de reentrenamiento laboral es crucial para garantizar que las nuevas tecnologías beneficien a una mayor proporción de la población. Además, mencionó la importancia de establecer redes de seguridad social robustas que protejan a los trabajadores afectados por la automatización y la transición laboral.
La macroeconomista también destacó el papel que los gobiernos y las instituciones globales deben desempeñar para regular y supervisar el uso de estas tecnologías. “Es esencial que las políticas públicas se adapten rápidamente para evitar el mal uso de la tecnología y asegurar que los beneficios sean distribuidos equitativamente”, advirtió.
La inteligencia artificial, en particular, representa tanto un gran potencial como un riesgo significativo si no se maneja adecuadamente. Su aplicación podría mejorar la eficiencia y crear nuevos sectores de empleo, pero también podría concentrar la riqueza y el poder en manos de pocos actores. Esto, según Gopinath, podría exacerbar las desigualdades existentes.
“Invertir en el futuro digital de manera inclusiva no es solo una cuestión de justicia social; es un imperativo económico para asegurar un crecimiento sostenible a largo plazo”, concluyó. En un momento donde la transformación tecnológica es inminente, las decisiones que los líderes globales tomen hoy podrán definir el panorama socioeconómico de las próximas décadas.
Liderazgo en tiempos turbulentos
La experiencia personal de Gopinath como líder también fue parte de la conversación. Tras seis años en el FMI, reflexionó sobre la importancia de escuchar diferentes perspectivas y fomentar la diversidad de opiniones. “Es esencial evitar caer en una cámara de eco donde solo se escuchen ideas que confirmen nuestras propias creencias”, destacó.
En un mundo en constante transformación, Gopinath enfatizó la necesidad de que los líderes sean ágiles y abiertos al cambio. “Comunicar, involucrar a la sociedad y diseñar políticas inclusivas serán elementos clave para enfrentar los desafíos de este año”, afirmó.
En el marco de la cumbre del Foro Económico Mundial, que se celebra en Davos, Suiza, del 20 al 24 de enero de 2025, Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates, ofreció un análisis profundo sobre cómo las principales fuerzas globales y la tecnología están remodelando el mundo. Durante su intervención, el legendario inversor compartió su perspectiva sobre la Inteligencia Artificial (IA), su impacto en la economía y los desafíos que enfrentan los gobiernos y las empresas en la actualidad.
Dalio ha sido una figura influyente en el mundo financiero durante casi cinco décadas, desarrollando estrategias innovadoras como el «All Weather Portfolio», que busca diversificar inversiones para mitigar riesgos en diferentes entornos económicos. Su enfoque analítico y su habilidad para prever tendencias macroeconómicas le han permitido alcanzar un notable éxito, gestionando más de 150 mil millones de dólares en activos
El papel transformador de la Inteligencia Artificial
Dalio destacó el inmenso potencial de la IA, calificándola como la «fuerza tecnológica más significativa de nuestro tiempo». Explicó que su aplicación puede transformar todas las industrias, desde las finanzas hasta la salud. “La IA no es solo una herramienta, sino una revolución comparable a la industrial. Representa inteligencia sobre inteligencia, y eso cambiará todo”, afirmó.
Su experiencia en el uso de sistemas expertos desde los inicios de Bridgewater fue clave para subrayar su punto. “Cuando tomaba decisiones, escribía mis criterios y los traducía en código. Así creé una máquina de decisiones automática, una especie de fábrica digital que funcionaba en paralelo conmigo”, recordó Dalio.
Aunque la adopción de la IA ha avanzado, Dalio señaló que muchos líderes aún no comprenden su alcance. “Hay una epifanía ahora: la idea de tomar decisiones únicamente con ideas en tu cabeza está obsoleta. Necesitas un copiloto digital”, afirmó, refiriéndose a cómo la IA puede servir como una extensión de la inteligencia humana.
Las cinco fuerzas que moldean el mundo según Dalio
Dalio reiteró su teoría sobre las cinco fuerzas principales que definen el destino global:
La dinámica económica del crédito y la deuda: «El crédito crea mercados, pero también lleva a ciclos de deuda que debemos gestionar cuidadosamente».
Los conflictos internos: «Las tensiones entre ricos y pobres, izquierda y derecha, afectan las políticas económicas y sociales».
La rivalidad geopolítica: «Estamos en medio de un cambio en el orden mundial, con Estados Unidos y China como protagonistas clave».
Los fenómenos naturales: «Las pandemias, inundaciones y otros eventos de la naturaleza han tenido más impacto que muchas guerras en la historia».
La innovación tecnológica: «La IA es la fuerza más transformadora de nuestra era».
Dalio subrayó que estas fuerzas están interconectadas. Por ejemplo, la rivalidad tecnológica entre China y Estados Unidos tiene implicaciones tanto militares como económicas.
Inteligencia Artificial y desigualdad
El impacto de la IA en la productividad y el empleo fue otro tema central. Según Dalio, aunque la IA promete mejorar la eficiencia en todas las industrias, también puede exacerbar las desigualdades si no se gestionan adecuadamente los beneficios. “El 60 % de la población de Estados Unidos tiene un nivel educativo inferior al sexto grado. Esto plantea una gran pregunta: ¿cómo redistribuimos la riqueza generada por la tecnología?”, reflexionó.
Dalio sugirió que soluciones como el ingreso básico universal podrían considerarse, aunque reconoció que el futuro es incierto. «Habrá debates intensos sobre cómo lograr un equilibrio justo«, afirmó.
La evolución de los mercados y las inversiones
Al hablar de los mercados financieros, Dalio advirtió sobre los riesgos actuales derivados de la deuda global y las posibles burbujas en sectores específicos, como la tecnología. “Nada que sea conocido tiene mucho valor en los mercados. La clave es ser más inteligente que los demás y anticipar lo que viene”, dijo.
En cuanto a la diversificación, sugirió que los inversores deberían asignar entre el 10 % y el 15 % de sus carteras a activos alternativos como el oro o Bitcoin, aunque expresó una preferencia personal por el oro. “El oro es el único activo que no depende de la promesa de nadie más. Bitcoin tiene potencial, pero aún enfrenta desafíos como la privacidad y la regulación”, explicó.
Dalio a los líderes y emprendedores
Para los empresarios y responsables de políticas, Dalio ofreció un mensaje claro: adaptarse o quedarse atrás. “Todos en esta sala necesitan empezar a experimentar con la IA. Si no lo hacen, serán superados. Es un proceso de aprendizaje continuo, como un videojuego: identificas problemas, los resuelves y mejoras”.
También destacó la importancia de los valores y la cultura en las organizaciones. “La cultura es tu destino. No se trata solo de habilidades, sino de valores compartidos y de cómo las personas trabajan juntas”, afirmó.
Al cierre de su charla, Dalio dejó una reflexión para el futuro: “Lo que no sabemos es mucho mayor que lo que sabemos. La clave está en cómo lidiamos con la incertidumbre. Diversifica bien, balancea los riesgos y nunca dejes de aprender”.
En Davos, Ray Dalio no solo reafirmó su lugar como uno de los pensadores más influyentes en finanzas y tecnología, sino que también dejó un llamado a la acción para un mundo en rápida transformación.
En su retorno a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump no ha perdido tiempo en imprimir su característico estilo de gobierno. Desde el primer día, ha emitido decretos que buscan desmantelar el legado de su predecesor, Joe Biden, y reafirmar su visión de «hacer a Estados Unidos grande otra vez». Las medidas abarcan desde un giro hacia el proteccionismo económico hasta una política migratoria más restrictiva, generando reacciones tanto dentro como fuera del país.
Para entender el impacto de estas decisiones, entrevistamos a dos reconocidos economistas: Alberto Bonadona y Armando Ortuño. Ambos ofrecen perspectivas complementarias sobre las políticas de Trump, analizando sus implicaciones económicas, políticas y sociales tanto para Estados Unidos como para el mundo.
La importancia de este segundo mandato radica en las implicaciones que podría tener para el orden internacional. En palabras de Ortuño, “Trump está poniendo fin al ciclo neoliberal clásico, al modelo de globalización que dominó los años 90”. Esta afirmación, respaldada por las acciones iniciales de su administración, plantea una ruptura con el consenso multilateralista y una apuesta por el bilateralismo y el nacionalismo económico.
Entre las promesas y lo posible
Desde su discurso inaugural, Trump ha dejado claro que su enfoque prioriza los intereses de Estados Unidos por encima de cualquier consideración global. Ha ordenado la salida del Acuerdo de París y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras declara una “emergencia energética nacional” para aumentar la producción de petróleo y gas en su territorio. Estas medidas, según el líder republicano, buscan garantizar la independencia energética de Estados Unidos y fortalecer su economía interna. Sin embargo, la decisión de retirarse del Acuerdo de París ha generado críticas por ignorar los compromisos internacionales en la lucha contra el cambio climático.
Alberto Bonadona señala que “la mitad de las cosas que Trump dice son difíciles de cumplir y gran parte son armas de negociación”. Esto sugiere que muchas de sus acciones iniciales buscan establecer una posición firme en futuros acuerdos internacionales. Por ejemplo, la salida de la OMS podría ser vista como una estrategia para presionar a la organización a implementar reformas o cambios que favorezcan los intereses estadounidenses.
Realidades
Por otro lado, Armando Ortuño advierte sobre las limitaciones y riesgos de estas políticas. “No porque el presidente de Estados Unidos diga que las tasas de interés bajen, estas lo harán. Hay otros factores económicos en juego”, explica. Ortuño también cuestiona el impacto ambiental y económico de las medidas energéticas. “Si aumenta la producción de petróleo, podría provocar una baja en los precios globales, afectando economías dependientes del crudo, especialmente en regiones como América Latina y el Medio Oriente”.
El enfoque proteccionista de Trump también incluye medidas arancelarias destinadas a fortalecer la industria nacional. Sin embargo, Bonadona destaca que “estas políticas podrían terminar perjudicando a Estados Unidos, especialmente si desatan represalias de otros países”. Este enfoque unilaterialista, añade Ortuño, refleja una visión más autoritaria del rol de Estados Unidos en el mundo. “Trump ve al país como una potencia que no debe rendir cuentas a nadie, lo que genera tensiones tanto internas como externas”, afirma.
Así, las primeras decisiones de Trump marcan un contraste significativo con su predecesor, mostrando una combinación de pragmatismo y retórica que desafía las normas establecidas del orden global. Queda por ver hasta qué punto estas políticas lograrán sus objetivos sin generar conflictos mayores o consecuencias imprevistas.
Trump recargado y con impacto global
La agenda de Trump no solo afecta a Estados Unidos; también redefine relaciones internacionales clave. Su postura hacia China es ejemplificadora: propone aranceles agresivos para equilibrar la balanza comercial. Sin embargo, Bonadona destaca la resiliencia de China: “El país ha diversificado su producción en naciones como Vietnam e Indonesia, lo que le permite sortear las tarifas estadounidenses”. Este enfoque refleja la capacidad de adaptación de China en un contexto global cambiante.
Ortuño señala que estas tensiones podrían desencadenar guerras comerciales de amplio alcance: “Un aumento excesivo de aranceles podría generar inflación en Estados Unidos y respuestas similares de otros países, afectando el comercio global”. Las guerras comerciales, explica, no solo impactan a los actores principales, sino que también repercuten en las economías de países más pequeños que dependen del comercio internacional.
El impacto global de este mandato también se manifiesta en la relación de Estados Unidos con Europa. Trump ha criticado a varios países europeos, incluyendo a Alemania, por sus superávits comerciales. Ha amenazado con imponer aranceles elevados a productos europeos, lo que podría tensar aún más las relaciones transatlánticas. Bonadona advierte que “estas políticas pueden erosionar alianzas históricas y empujar a Europa a buscar acuerdos más sólidos con Asia, particularmente con China”.
Paradojas
Por otro lado, Ortuño destaca la paradoja de las políticas proteccionistas de Trump. “Mientras busca proteger la economía nacional, sus acciones podrían debilitar la posición de Estados Unidos en el sistema económico global”, observa. La dependencia de cadenas de suministro globales hace que las medidas proteccionistas sean más difíciles de implementar sin consecuencias negativas para los consumidores y las empresas estadounidenses.
Además, la retirada de Estados Unidos de varios acuerdos multilaterales durante el mandato de Trump envía un mensaje de unilateralismo que ha sido criticado por líderes internacionales. Esto podría reducir la influencia de Estados Unidos en foros globales y abrir espacio para que otras potencias, como China y Rusia, aumenten su protagonismo.
En resumen, el segundo mandato de Trump está marcando un cambio significativo en las relaciones internacionales, reforzando un enfoque unilateral que podría alterar el equilibrio de poder global. Si bien algunas de sus políticas buscan fortalecer la economía estadounidense a corto plazo, sus implicaciones a largo plazo plantean dudas sobre el liderazgo global de Estados Unidos y su capacidad para adaptarse a un mundo multipolar.
Trump y Latinoamérica
La región no escapa de las políticas de Trump, aunque no ocupa un lugar central en su agenda. “América Latina es un ámbito secundario para Trump, salvo en temas como la migración y la seguridad,” afirma Ortuño. En este contexto, destaca la declaración de emergencia nacional en la frontera con México, que autoriza el uso de militares para controlar el flujo migratorio.
Bonadona, por su parte, subraya la paradoja de estas políticas. “Estados Unidos necesita a los migrantes tanto como ellos necesitan ingresar. Muchas labores esenciales dependen de esta mano de obra”. Según Bonadona, actividades como la recolección de basura, la agricultura o la venta en restaurantes rápidos quedarían desatendidas sin la participación de inmigrantes, especialmente de origen latinoamericano.
Ortuño resalta que la agenda migratoria de Trump incluye presiones directas a países como México y los de Centroamérica para frenar los flujos hacia el norte. “Esto podría generar conflictos diplomáticos en la región, particularmente si las medidas se perciben como unilaterales o intervencionistas,” explica. Asimismo, advierte que el discurso de Trump, al calificar a los migrantes como una amenaza, perpetúa estereotipos que deterioran las relaciones entre Estados Unidos y sus vecinos del sur.
No solo migración
Por otro lado, las políticas de Trump hacia Latinoamérica no se limitan a la migración. En temas de comercio, su postura proteccionista podría impactar negativamente las exportaciones de países de la región hacia Estados Unidos. Bonadona señala que “las economías latinoamericanas están estrechamente vinculadas a las de Asia, especialmente China, y un alejamiento de Estados Unidos podría acelerar esta tendencia”.
Ortuño menciona que la renovada Doctrina Monroe que Trump parece adoptar reafirma a Estados Unidos como hegemón del hemisferio. Sin embargo, cuestiona si esta visión es realista en un contexto global donde la influencia de China en Latinoamérica es creciente. “Es improbable que Estados Unidos pueda mantener el control total de la región como lo hizo en el siglo XX. Los desafíos actuales son mucho más complejos”, indica.
Trump, el Estado y el comercio mundial
Trump redefine el papel del Estado, debilitándolo en ámbitos como la protección social mientras refuerza su intervención en temas de migración y comercio. Alberto Bonadona señala que esta visión se alinea con un estilo autoritario: “Trump concentra el poder en la presidencia, alejándose de los principios democráticos tradicionales de Estados Unidos”. Este enfoque contrasta con la descentralización que ha caracterizado al sistema político estadounidense.
Armando Ortuño profundiza en la paradoja de esta postura. “Por un lado, debilita al Estado de bienestar, desmantelando programas de protección social esenciales para la clase trabajadora. Por otro, refuerza el rol del Estado en áreas clave como la seguridad fronteriza y el comercio exterior”, explica. Este modelo híbrido refleja una ruptura con el neoliberalismo clásico, introduciendo elementos de mercantilismo y nacionalismo económico.
En términos de comercio mundial, Trump ha adoptado una estrategia proteccionista que desafía las lógicas de la globalización. “El uso de tarifas como herramienta geopolítica busca favorecer a la industria nacional, pero puede desatar represalias de otros países y perjudicar las cadenas globales de valor”, advierte Bonadona. Esto podría resultar en una menor competitividad para Estados Unidos a largo plazo.
Nuevo proteccionismo
Ortuño añade que esta estrategia también afecta el papel de Estados Unidos en organismos multilaterales como la Organización Mundial de Comercio. “Al priorizar acuerdos bilaterales, Trump reduce la influencia de estas instituciones, debilitando el marco normativo global que ha sostenido el comercio internacional desde la posguerra”, afirma.
Ambos economistas coinciden en que esta visión del Estado responde a una lógica de poder concentrado, donde las decisiones buscan maximizar beneficios inmediatos para Estados Unidos, aunque a menudo a costa de alianzas estratégicas y estabilidad global. “Trump apuesta por un modelo que mezcla unilateralismo con pragmatismo económico, pero su éxito dependerá de cómo reaccionen otros actores internacionales”, advierte Ortuño.
A cien a años de El Gran Gatsby, la novela de toda una época
F. Scortt Fitzgerald supo captar el lado radiante y también el lado trágico del sueño americano, en medio del rugido y el jazz de los locos años veinte.
El 2025 marca el centenario de la publicación de El Gran Gatsby, la novela que F. Scott Fitzgerald lanzó al mundo sin sospechar que, un siglo después, se consagraría como la obra que encapsula la esencia de una época y es, para muchos, la gran novela estadounidense. Narrada por Nick Carraway, la historia se sumerge en los excesos y las contradicciones de los «locos años veinte» a través de la figura enigmática de Jay Gatsby, un millonario obsesionado con recuperar un amor perdido.
Aunque inicialmente fue un fracaso comercial y crítico, El Gran Gatsby ha resistido el paso del tiempo y hoy se ubica en el panteón de la literatura universal.
El contexto de una creación
Fitzgerald escribió El Gran Gatsby durante un periodo de gran agitación personal. Como señaló Gertrude Stein, el autor «creó un mundo contemporáneo y moderno», distante de la juventud prometedora que retrataba en A este lado del paraíso. Sin embargo, este mundo era también un reflejo de sus propias luchas. Endeudado y ansioso por cumplir con las expectativas de Zelda, su esposa y musa, Fitzgerald volcó en Gatsby la dualidad del sueño americano: la aspiración y el costo emocional.
En sus memorias, Ernest Hemingway recordaba cómo Fitzgerald hablaba de la novela con una mezcla de modestia y esperanza. «Oyéndole hablar del libro, uno no imaginaba uno lo buen que éste era, salvo precisamente porque él hablaba con la timidez que muestran todos los escritores no fatuos cuando han hecho algo que está muy bien”. Aunque Fitzgerald estaba consciente de la calidad de su obra, las ventas iniciales fueron decepcionantes. Como dijo T.S. Eliot, quien leyó el libro tres veces en pocos días, El Gran Gatsby representó «el mayor avance en la ficción americana desde Henry James». Sin embargo, este elogio no fue suficiente para garantizar el éxito inmediato de la novela.
Las capas del sueño americano
La genialidad de El Gran Gatsby radica en cómo Fitzgerald explora las luces y sombras del sueño americano. Jay Gatsby encarna la figura del «self-made man», el hombre rico que se hecho a sí mismo. Alguien que, como señaló James L. W. West III, «reinventa su vida con un espíritu típicamente estadounidense». Este mito del ascenso social y la autorrealización, que ha moldeado la identidad nacional de Estados Unidos, encuentra en Gatsby una representación tanto inspiradora como trágica.
La prosa del autor se luce cuando describe a Gatsby, a través de Nick Carraway: “Si la personalidad es una serie ininterrumpida de gestos logrados, entonces había algo magnífico en él, una sensibilidad acentuada a las promesas de la vida, como si estuviera relacionado con una de esas intrincadas máquinas que registran terremotos a diez mil millas de distancia. Esta capacidad de respuesta no tenía nada que ver con esa impresionabilidad flácida que se dignifica con el nombre de ‘temperamento creativo’; tenía un don extraordinario para la esperanza, una disposición romántica como nunca he encontrado en ninguna otra persona y que no es probable que vuelva a encontrar. No, Gatsby resultó bien al final; es lo que lo acosó, ese polvo repugnante que flotaba en la estela de sus sueños lo que cerró temporalmente mi interés en las penas abortadas y las exultaciones breves de los hombres.
Fitzgerald desentraña la ilusión de este sueño, mostrando su fragilidad y su potencial destructivo. La riqueza acumulada por Gatsby no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar a Daisy Buchanan, el símbolo de su esperanza y obsesión. Su extraordinaria devoción por ella lo lleva a construir una vida de apariencias, basada en la creencia de que puede recuperar un pasado idealizado. Esta búsqueda incesante expone los límites de la ambición y la manera en que las metas personales pueden convertirse en una trampa emocional.
La novela también aborda cómo las diferencias de clase y género socavan el sueño americano. Daisy, a menudo percibida como frívola, puede interpretarse como una víctima atrapada en un sistema patriarcal que le ofrece pocas opciones fuera del matrimonio. Tom Buchanan, por otro lado, representa a la élite privilegiada que utiliza su posición para perpetuar desigualdades, aplastando los ideales de quienes intentan alcanzar su nivel. En contraste, Gatsby, pese a sus defectos, personifica el espíritu aspiracional, lo que lo convierte en una figura profundamente conmovedora y universal.
Por último, Nick Carraway, el narrador, se erige como un observador de estas dinámicas. Su relación ambigua con Gatsby y su fascinación por su mundo lo convierten en un vehículo para explorar temas más complejos, como la identidad personal y sexual, y las contradicciones inherentes del sueño americano. Este entramado de aspiraciones y frustraciones hace de El Gran Gatsby una obra que trasciende su época, convirtiéndose en una meditación atemporal sobre la condición humana.
La voz de Fitzgerald
Más allá de su trama, la prosa de El Gran Gatsby es lo que ha garantizado su inmortalidad. «Fitzgerald tenía un oído perfecto», comentó el historiador Jeff Nilsson. Desde las descripciones bucólicas de West Egg hasta la melancólica reflexión final de Nick, cada frase resuena con precisión poética. Fitzgerald logra capturar la complejidad de las emociones humanas con un estilo que combina lirismo y economía, creando imágenes que permanecen en la mente del lector mucho después de cerrar el libro.
Una de las características más admiradas de la prosa de Fitzgerald es su capacidad para elevar lo cotidiano a lo sublime. Maureen Corrigan, autora y estudiosa de la obra de Fitzgeral, destaca cómo la novela convierte el lenguaje común en algo «sobrenatural». Este enfoque es evidente en descripciones como la de las fiestas en la mansión de Gatsby, que, llenas de luces y música, se transforman en escenarios casi etéreos que reflejan tanto la opulencia como la soledad subyacente del protagonista.
Además, la estructura meticulosa de la novela, donde cada capítulo está construido alrededor de un evento crucial, contribuye a su resonancia poética. La narrativa avanza con un ritmo casi musical, culminando en la trágica escena final que contrasta dolorosamente con el esplendor inicial. Este contraste resalta la fragilidad de los sueños de Gatsby y la inevitabilidad de su caída.
El famoso cierre del libro, grabado en la tumba de Fitzgerald, encapsula la esencia de su visión artística: «Y así seguimos, remando como botes contra la corriente, empujados incesantemente hacia el pasado». Esta línea final no solo refleja la tragedia personal de Gatsby, sino también una meditación universal sobre la lucha constante del ser humano por alcanzar lo inalcanzable. La prosa de Fitzgerald trasciende su tiempo y lugar, reafirmando su estatus como una obra maestra literaria.
Un legado cinematográfico y cultural
El Gran Gatsby ha sido adaptado múltiples veces al cine, siendo la versión de Baz Luhrmann en 2013 la más reconocida hoy en día. Protagonizada por Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire y Carey Mulligan, esta adaptación resalta la atemporalidad de los temas de la novela: la ambición, el amor y la decadencia moral. Con su estilo visual extravagante y una banda sonora que mezcla jazz con música contemporánea, la película captura el espíritu de la época mientras lo traduce para las nuevas generaciones.
Sin embargo, la influencia de El Gran Gatsby va más allá del cine. Su impacto se extiende a la moda, con colecciones inspiradas en los trajes y vestidos de los años veinte, y al diseño gráfico, donde la icónica portada de Francis Cugat ha sido reinterpretada en innumerables productos, desde carteles hasta prendas de vestir. Estas adaptaciones reflejan cómo la novela se ha integrado en la cultura popular como un símbolo de lujo, nostalgia y anhelo.
En el ámbito académico, El Gran Gatsby es un texto recurrente en los programas escolares y universitarios, lo que asegura su relevancia para nuevas generaciones de lectores. Su capacidad para generar debates sobre temas como la desigualdad, la identidad y los valores sociales sigue siendo una de sus mayores fortalezas.
Así, la obra ha inspirado otras manifestaciones artísticas, desde ballets y óperas hasta referencias en canciones y literatura contemporánea. La figura de Gatsby, con su inquebrantable esperanza y su inevitable tragedia, se ha convertido en un arquetipo universal que resuena en cualquier época. El Gran Gatsby no solo es una obra maestra literaria, sino también un fenómeno cultural que sigue evolucionando y expandiéndose cien años después de su publicación.
La redención póstuma de Fitzgerald
Cuando Fitzgerald falleció en 1940, su obra estaba prácticamente olvidada. Sin embargo, un programa del gobierno estadounidense que distribuía libros a los soldados durante la Segunda Guerra Mundial incluyó El Gran Gatsby, dando lugar a un resurgimiento de su popularidad. En 1951, J.D. Salinger, a través de su personaje Holden Caulfield en “El guardián entre el centeno”, reafirmó su lugar en el canon literario. «Me enloquecía El Gran Gatsby. Viejo Gatsby. Viejo sport. Eso me mataba».
Hoy, a un siglo de su publicación, El Gran Gatsby no solo es una obra literaria, sino un espejo de la aspiración y la desesperación humanas. Como señaló Hemingway, Fitzgerald tenía una «extraordinaria capacidad para capturar la esencia de su tiempo», y esta capacidad sigue resonando en un mundo que todavía lucha con las mismas preguntas fundamentales sobre el amor, el poder y el propósito.
Como escribió Fitzgerald: “Gatsby creía en la luz verde, en el futuro orgásmico que año tras año se aleja ante nosotros. Se nos escapaba entonces, pero eso no importa: mañana correremos más rápido, estiraremos más nuestros brazos… Y una hermosa mañana…”.
Las tan anticipadas elecciones presidenciales de 2025 en Bolivia finalmente se acercan. Nuevamente los actores afilan sus discursos y se preparan, una vez más, para la madre de todas las batallas. Esta vez el panorama luce, en general, desmejorado: la crisis económica, la falta de combustible y de dólares han pasado factura. La ciudadanía está cansada de los discursos de los políticos que no les ayuda a llegar a fin de mes; peor aún si hablan para amenazar con paros y bloqueos.
A medida que se acercan los plazos críticos, como el registro de alianzas en febrero y la contienda electoral en agosto, el panorama político refleja tensiones entre actores tradicionales y emergentes, así como un creciente malestar social. Este proceso electoral no solo marcará el futuro inmediato del país, sino que también podría redefinir las bases del sistema político boliviano.
La relevancia de estos comicios radica en lo que está en juego: si el país podrá resolver las profundas divisiones políticas, sociales, regionales y raciales que existen desde la colonia o si permanecerá hundido en sus contradicciones. Además, en un contexto global de cambios geopolíticos y económicos, Bolivia enfrenta el reto de encontrar un liderazgo que conecte con las demandas sociales y reinterprete los logros del pasado en función de las necesidades presentes.
Para entender este complejo escenario, conversamos con Manuel Mercado, experto en comunicación política y analista del campo político boliviano. Mercado aporta una visión crítica y profunda sobre el presente y el futuro del país, destacando las dinámicas del descontento social, el rol de las fuerzas tradicionales y la emergencia de corrientes antisistémicas.
El presente y su relación con las elecciones de 2019 y 2020
Según Manuel Mercado, “el 2025 nos encuentra en una situación similar a la de 2019, pero con una diferencia crucial: ahora la población no solo está cansada de Evo Morales, sino también profundamente decepcionada con el Movimiento al Socialismo (MAS) y otros liderazgos tradicionales”. Esta afirmación subraya un desencanto generalizado con el sistema político en su conjunto.
En 2019, el MAS enfrentó una crisis de legitimidad provocada por la repostulación de Evo Morales, ignorando los resultados del referéndum del 21F de 2016. Este hecho generó un malestar que culminó en una convulsión social tras las elecciones presidenciales de ese año. La renuncia de Morales, seguida por un gobierno interino liderado por Jeanine Áñez, exacerbó las tensiones y dejó al país profundamente dividido.
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Crisis y malestar en Bolivia
Crisis y malestar en Bolivia
En contraste, las elecciones de 2020 representaron una oportunidad para el MAS de recuperar el poder con Luis Arce como candidato presidencial. Con un 55% de los votos, el partido logró consolidarse nuevamente, aunque esta victoria fue interpretada más como un rechazo al gobierno interino que como un apoyo entusiasta a su plataforma. “Fue una recuperación coyuntural, no una renovación del proyecto político”, señala Mercado. Este triunfo no resolvió las fracturas internas del MAS ni su desconexión con sectores urbanos y periurbanos.
Al presente, se evidencia que las condiciones de 2019 y 2020 han evolucionado hacia un mayor desgaste de los actores tradicionales. La pugna interna en el MAS entre las facciones lideradas por Arce y Morales, sumada a la incapacidad de la oposición para articular un proyecto inclusivo, refuerza el desencanto ciudadano. En palabras de Mercado, “la población se encuentra ahora sin un refugio claro, ni en el MAS ni en los bloques conservadores, lo que abre el espacio para alternativas emergentes”.
El largo impacto de las elecciones de 2020
El año 2020 fue un punto de inflexión crítico en la política boliviana, marcando tanto el colapso de un modelo interino como la reconfiguración de las fuerzas políticas tradicionales. Según Manuel Mercado, “el gobierno de Jeanine Áñez fracasó estrepitosamente en todos los frentes: corrupción, respeto a la democracia y gestión pública”. Este periodo estuvo caracterizado por escándalos como la compra irregular de respiradores y una creciente desconfianza ciudadana hacia la administración transitoria.
La incapacidad del gobierno interino para cumplir sus promesas de transición democrática y eficiencia administrativa dejó un legado de descontento que impactó directamente en las elecciones generales de 2020. En estas, el MAS logró recuperar el poder con una sólida mayoría, capitalizando el rechazo al gobierno de Áñez. Sin embargo, como señala Mercado, “este retorno fue más una reacción frente a la decepción con el interinato que un respaldo renovado al proyecto político del MAS”.
El resultado de 2020 también expuso las fracturas internas del MAS y su creciente desconexión con sectores clave como las clases medias urbanas y periurbanas. A pesar de ganar la presidencia, la administración de Luis Arce no ha logrado cohesionar al partido ni articular una visión renovada que responda a las demandas sociales contemporáneas. “El MAS sigue atrapado en disputas internas, lo que refuerza la percepción de que no ha aprendido de las crisis previas”, afirma Mercado.
Por otro lado, la oposición tradicional también sufrió un revés significativo en 2020, al no lograr presentar una alternativa al oficialismo desde el ejercicio del poder. Figuras clave como Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa quedaron marcadas por su participación o respaldo al gobierno interino, lo que limitó su capacidad de conectar con el electorado. En palabras de Mercado, “el fracaso del gobierno de Áñez debería ser un recordatorio constante de los errores de la oposición, aunque muchos hoy prefieran ignorarlo”.
En la actualidad, los efectos de 2020 aún resuenan en el escenario político boliviano. La combinación de un MAS desgastado y una oposición fragmentada ha dejado un vacío que, según Mercado, “abre la puerta a la emergencia de liderazgos antisistémicos o alternativas que trasciendan los esquemas tradicionales”. Este contexto plantea un desafío significativo para todos los actores políticos de cara a las elecciones de 2025.
Trayectorias de los actores políticos tradicionales
En el panorama político boliviano actual, las trayectorias de los actores políticos tradicionales están marcadas por el desgaste y la falta de renovación, una situación que Manuel Mercado califica como “un problema estructural que afecta tanto al MAS como a la oposición conservadora”. Según Mercado, “el MAS no ha podido salir del ensimismamiento que lo caracteriza desde 2016, cuando comenzó a alejarse de las clases medias urbanas y periurbanas, sectores clave en sus victorias pasadas”. Este alejamiento ha sido agravado por la pugna interna fratricida, que no solo debilita al partido, sino que también refuerza la percepción de desconexión con las demandas ciudadanas.
Por su parte, la oposición conservadora tampoco ha logrado consolidarse como una alternativa viable. Figuras como Carlos Mesa, Samuel Doria Medina y Luis Fernando Camacho han mantenido un discurso centrado en el antimasismo, sin ofrecer propuestas concretas que respondan a las necesidades actuales del país. “La oposición está atrapada en una lógica de rechazo al MAS, pero carece de una visión de país que movilice a la ciudadanía más allá de sus bases tradicionales”, precisa Mercado.
Un aspecto relevante que destaca Mercado es la falta de renovación generacional en ambos bloques políticos. “Tanto el MAS como la oposición conservadora están dominados por liderazgos que datan de las décadas de 1990 y 2000, lo que genera un divorcio con una generación de jóvenes que han crecido en una Bolivia diferente, marcada por la tecnología, la globalización y nuevos valores sociales”. Esta desconexión, según el analista, representa un obstáculo significativo para la legitimidad de los actores tradicionales.
Mercado señala que “el espacio político está cada vez más abierto a figuras que desafíen el status quo, ya sea desde una postura radicalmente antisistémica como Chi Hyun Chung o desde propuestas más moderadas pero disruptivas como las que podría representar Manfred Reyes Villa”.
En este contexto, el reto para los actores tradicionales es doble: renovarse y conectar con las demandas de una sociedad en transformación, o enfrentarse a un creciente rechazo que podría traducirse en su irrelevancia política. “El sistema político boliviano está en una encrucijada: o se reinventa, o será desplazado por fuerzas nuevas que canalicen el descontento ciudadano”, concluye Mercado.
Malestar y emergencias antisistémicas
El descontento ciudadano en Bolivia se ha convertido en una fuerza transformadora en el panorama político, abriendo espacio para el surgimiento de liderazgos antisistémicos que desafían a los actores tradicionales. Según Manuel Mercado, “el crecimiento del descontento no es homogéneo, pero sí significativo, y refleja una frustración acumulada con los partidos tradicionales que han dominado la política en las últimas décadas”. Este descontento es alimentado por una combinación de factores, como la corrupción, el estancamiento económico y la incapacidad de los líderes actuales para responder a las necesidades de una sociedad cambiante.
Entre las figuras emergentes que capitalizan este descontento destaca Chi Hyun Chung, quien busca consolidarse como un símbolo del rechazo al sistema político establecido. “Chi representa una mezcla de indignación antisistémica y una retórica que conecta con sectores desencantados tanto del MAS como de la oposición conservadora”, explica Mercado. Su discurso radical y directo resuena especialmente entre los jóvenes, quienes buscan una alternativa fuera de los esquemas tradicionales. Sin embargo, Mercado advierte que “el apoyo a Chi no necesariamente implica una aprobación total de sus propuestas, sino más bien una expresión de frustración y deseo de cambio”.
Otra figura que ha ganado relevancia en este contexto es Manfred Reyes Villa, quien adopta un enfoque más moderado, pero igualmente crítico del sistema actual. A diferencia de Chi, Reyes Villa busca posicionarse como una opción capaz de tender puentes entre los diferentes sectores del país. Según Mercado, “Manfred representa una alternativa para quienes desean un cambio sin renunciar a la estabilidad, lo que lo convierte en un actor clave en el escenario político actual”.
El surgimiento de estas figuras pone de manifiesto una tendencia global hacia el rechazo de las élites políticas tradicionales. “Bolivia no es una excepción en este fenómeno; el descontento es un reflejo de una crisis más amplia de representación política que afecta a muchos países”, señala Mercado. Este contexto plantea interrogantes sobre la capacidad del sistema político boliviano para adaptarse a estas nuevas dinámicas y canalizar el descontento de manera constructiva.
En última instancia, el desafío para las corrientes antisistémicas será demostrar que pueden trascender el papel de oposición y articular propuestas concretas que respondan a las necesidades de la ciudadanía. Como concluye Mercado, “el descontento es un motor poderoso, pero para generar un cambio real, debe transformarse en una visión política que inspire confianza y movilice a la sociedad hacia un futuro compartido”.
Avanzando hacia las elecciones, Mercado identifica tres retos clave para el sistema político boliviano: garantizar elecciones libres y transparentes, promover una renovación generacional y generar alternativas políticas que conecten con las demandas sociales. “El sistema político actual está actuando como un tapón ante una sociedad que clama por renovación”, afirma.
En última instancia, la renovación podría venir de la sociedad misma, con expresiones antisistémicas o nuevas presiones sobre el sistema político. “El proceso de cambio no empieza ni termina con el MAS. Es un hecho social e histórico que trasciende a los partidos y requiere de una respuesta a la altura de los retos actuales”, concluye Mercado.
El autor señala aspectos controversiales del Decreto Supremo 450, que establece el 22 de enero como día de la Fundación del Estado Plurinacional de Bolivia.