Benedicto XVI, 265 sucesor del apóstol San Pedro al frente de la Iglesia Católica y el primer Vicario de Cristo en renunciar en casi 600 años, dejó de ser ayer papa tras ofrecer al futuro pontífice su “incondicional” obediencia y pedir “unidad” a la cúpula de los católicos del mundo. 

A las 15.00 de ayer (hora boliviana) —como decidió él mismo cuando el 11 de febrero anunció que renunciaba al papado porque, debido a su avanzada edad, ya no tiene “fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”— Benedicto XVI, de 85 años, dejó de ser el líder espiritual de los 1.196 católicos del mundo.

No hubo ceremonia especial, ya que como establece el Código de Derecho Canónico lo único que hizo falta es que el papa renuncie en plenas facultades mentales y que lo haga presente ante los cardenales, lo que había hecho ya el 11 de febrero.

La única señal visible que anunció que Benedicto XVI ya no era papa fue el momento en el que se escuchó en el reloj de palacio las campanadas de las ocho de la tarde (15.00 HB) e inmediatamente la Guardia Suiza cerró la puerta del palacio de Castel Gandolfo, dando por concluido su servicio a Ratzinger y abandonando el lugar.

Inmediatamente dio comienzo la Sede Vacante, el periodo que va desde que fallece o renuncia un papa y se elige el sucesor. Benedicto XVI se convirtió en un “simple peregrino que inicia la última etapa de su vida”, que dedicará a la oración en el Vaticano, y se llevó consigo apuntes privados y documentos como el informe Vatileaks.

Por la mañana, durante una breve ceremonia de despedida ante 144 cardenales reunidos en la Sala Clementina del palacio apostólico en el Vaticano, el Papa pidió “permanecer unidos, queridos hermanos”.

“En estos ocho años hemos vivido con fe momentos hermosos de luz radiosa en el camino de la Iglesia y también momentos en los que hubo nubes densas en el cielo”, señaló el Papa, que se despidió uno por uno de los purpurados, entre los que había algunos de los que suenan para sucederle al frente de una institución sacudida en los últimos años por controversias y escándalos.

El encuentro fue el primero en la agenda oficial de la última jornada del pontificado de Ratzinger. En su discurso, Benedicto XVI también prometió “reverencia y obediencia incondicional” a su sucesor, elegido en el próximo cónclave, una afirmación que para el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, demuestra que no tiene “ninguna intención” de interferir en las decisiones del futuro papa.

“Gracias por vuestro amor y cercanía. Que experimentéis siempre la alegría de tener a Cristo como el centro de vuestra vida”, escribió el papa Benedicto XVI en su último tuit.

Detalles de la renuncia del papa

Estancia

Benedicto XVI abandonó el Vaticano tres horas antes de dejar de ser pontífice y se trasladó a Castel Gandolfo, a 30 km al sur de Roma.

Morada

Ratzinger permanecerá allí hasta que estén acabadas las obras de restauración del convento donde vivirá dentro del Vaticano.

Vestimenta

Benedicto XVI seguirá siendo llamado Su Santidad y tendrá el título de “papa emérito”, vestirá sotana blanca y calzará zapatos marrones.

La primera congregación será en cuatro días

La primera congregación de cardenales preparatoria del cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI se celebrará el lunes, 4 de marzo, anunció ayer el arzobispo de Nápoles, cardenal Crescenzio Sepe.

Sepe hizo el anuncio durante la adoración eucarística en el Duomo (catedral) de Nápoles, celebrada para despedir a Benedicto XVI, quien desde las 20.00 de ayer (15.00 hora boliviana) dejó oficialmente de ser papa.

La Iglesia Católica entró en periodo de sede vacante y ya hoy, viernes, el cardenal decano, Angelo Sodano, comenzará a llamar a los cardenales para preparar el cónclave y participar en las congregaciones preparatorias.

A partir de la celebración de la primera congregación de cardenales, ya se podrá anunciar la fecha del cónclave, explicó el portavoz vaticano, Federico Lombardi. El 25 de febrero, el Papa dio libertad a los cardenales para que pudieran anticipar el próximo cónclave con la aprobación de un “Motu proprio (documento papal)”.

Momentos clave del papado de Ratzinger

Asunción

Considerado como conservador y tradicionalista, Benedicto XVI fue el hombre de más edad en convertirse Papa en 275 años cuando, sucediendo a Juan Pablo II en abril de 2005 a sus 78 años.

Interreligión

En un esfuerzo por aumentar el diálogo interreligioso, a finales de 2006, realizó una inédita visita a la Mezquita Azul de Estambul, donde acompañó a clérigos musulmanes en rezo silencioso.

Celibato

Fiel a su tendencia, en marzo de 2007 rechazó el llamado a un debate sobre el celibato de los sacerdotes, al decir que la abstinencia se mantiene obligatoria para los curas de la Iglesia Católica romana.

Holocausto

En una visita a Austria en septiembre de 2007, el Papa, que fue durante su niñez miembro de las Juventudes Hitlerianas, hizo un homenaje a las víctimas del Holocausto nazi en un memorial en Viena.

Perdón por abuso

En julio de 2008, el Papa pidió por primera vez perdón en nombre de la Iglesia por los abusos sexuales de niños por parte de curas católicos y llamó a los abusadores a que respondieran ante la justicia.

Atentado

En la Navidad de 2009, el mundo pudo ver cómo una mujer mentalmente inestable noqueó al Papa, quien cayó al piso, después de una celebración de la misa en la Basílica de San Pedro.

Perdón a Irlanda

En medio de las continuas revelaciones de pedofilia institucionalizada dentro de la Iglesia, en marzo de 2010, el Papa dio un paso inesperado y pidió perdón a los católicos irlandeses que sufrieron abusos.

Visita a latinos

El Papa realizó un viaje de seis días que lo llevó a México y Cuba en marzo de 2012. Fue la primera visita papal en siete años a dos países de América Latina, la región más católica del mundo.

El papa social

En un intento de desafiar su imagen conservadora, en diciembre de 2012 el Papa entró al mundo de las redes sociales en ocho idiomas con el lanzamiento de su cuenta en Twitter @pontifex (@pontifex_es).

Renuncia

El 11 de febrero, Benedicto XVI sorprendió al mundo al anunciar que renunciaría al cabo de dos semanas por falta de ‘fuerzas’, lo que constituyó la primera dimisión papal en 600 años.