El Papa aseguró que la religión no es problema sobre el que haya que legislar y pidió libertad de culto «sin sufrir persecuciones», en una jornada en la que abogó por la unidad de los cristianos.

El segundo día de visita de Benedicto XVI al Reino Unido se vio empañado por la detención de seis hombres, en su mayoría argelinos, en el centro de Londres en relación con una posible amenaza terrorista contra el pontífice.

Los sospechosos, de entre 26 y 50 años, fueron detenidos bajo la sospecha de comisión, preparación e instigación de actos terroristas, según Scotland Yard.

Estas detenciones no modificaron, sin embargo, la apretada agenda del Papa, que incluyó un encuentro con el mundo de la política en Westminster Hall, el lugar donde fue condenado a muerte Tomás Moro en 1535 por no abjurar de su fe católica.

Allí, ante la presencia del primer ministro James Cameron y sus antecesores Margaret Thatcher, John Major, Tony Blair y Gordon Brown, el Papa aseguró que la religión «no es un problema» que los legisladores deban solucionar, sino un factor que contribuye de manera vital al debate.

Denunció que se intenta silenciar la religión en la vida pública e incluso suprimir la Navidad al considerar que «ofende» a otras religiones. Benedicto XVI manifestó que el mundo de la razón y el de la fe necesitan uno de otro.