Italia se ha visto prácticamente paralizada ayer en respuesta a la convocatoria de huelga realizada por CGIL, el principal sindicato del país, en protesta contra las medidas de austeridad anunciadas por el gobierno de Silvio Berlusconi, que comenzaron a ser debatidas desde ayer en el Senado. Entre estas actuaciones, el Ejecutivo se ha sacado de la manga una subida del IVA en un punto, con lo que pasará del 20% al 21%.

El paro de ocho horas por turno convocado por el sindicato de izquierda, que no ha recibido el apoyo de otros sindicatos moderados, ha tenido especial incidencia en los transportes, así como en los ferrocarriles y aeropuertos.

La huelga fue convocada el 23 de agosto por la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), en contra de unas medidas que consideran que eliminan los derechos de los trabajadores y condenan al país «a la recesión económica y a la decadencia civil».

La movilización, además, llega en pleno recrudecimiento de la presión contra la deuda, que había logrado recuperarse en las últimas semanas gracias a la intervención del BCE.

Según han explicado desde el sindicato, la idea es protestar no sólo contra el último plan de ajuste de 45.500 millones de euros aprobado por el Gobierno el 12 de agosto, sino también por el otro plan de austeridad ratificado por el Parlamento el 15 de julio.

El sindicato denuncia que con sus dos planes, Berlusconi ha «impuesto más tasas a los trabajadores y a los jubilados.