La operación de la petrolera británica BP, que logró tapar la fuga del pozo averiado en el golfo de México, fue saludada en Estados Unidos, pero el Gobierno alertó que el impacto de los más de 100 días de derrame podría durar «décadas».

BP anunció la mañana de ayer que la primera parte del operativo para sellar definitivamente al pozo averiado, iniciado el martes, alcanzó «el objetivo».

«La larga batalla para detener la fuga y contener el crudo está finalmente llegando a su fin. Y estamos complacidos con ello», dijo el presidente Barack Obama sobre la operación para sellar el pozo con barro y cemento.

No obstante, precisó que los «esfuerzos de recuperación continuarán», pues hay que «revertir el daño que se ha hecho».

«Seguimos preocupados por el impacto a largo plazo» del derrame, dijo Jane Lubchenco, de la Administración Nacional de Asuntos Oceánicos y Atmosféricos, en la Casa Blanca.

La flora y fauna submarinas se vieron afectadas por el derrame durante tres meses y sufrirán en términos de población efectos de la contaminación durante «años y posiblemente décadas», agregó.

Sin embargo, la funcionaria se manifestó optimista sobre las consecuencias de la contaminación sobre los productos marinos destinados al consumo humano, subrayando que los organismos degradan naturalmente los hidrocarburos en algunas semanas. Las autoridades estadounidenses seguirán realizando análisis.

El costo de la peor catástrofe ambiental

La catástrofe costará miles de millones de dólares a BP, que se suman al desprestigio por la demora en frenar el derrame y los errores de comunicación de su presidente, Tony Hayward, quien anunció su dimisión para octubre.

De ser considerada culpable de negligencia, BP podría tener que pagar hasta 17.600 millones de dólares de multa. La firma también previó un fondo de 20.000 millones de dólares para indemnizar a particulares o empresas afectadas.

El derrame de unos 4,9 millones de barriles (780 millones de litros) de crudo tras la explosión de una plataforma de BP en el golfo el 20 de abril, que dejó 11 muertos, causó la peor catástrofe ambiental en la historia estadounidense.