Caro Bloj: ‘Las penas se curan con agua salada’
La destacada artista chilena inaugurá su nueva exposición en la Fundación Patiño, en la ciudad de la paz, el próximo martes.
La destacada artista chilena Caro Bloj comparte los conceptos y experiencias que dan forma a su más reciente exposición, «Las penas se curan con agua salada». Nacida en Santiago de Chile, en 1978, Bloj ha forjado una trayectoria única que conjuga el cine documental, la escultura y la pintura. Como fundadora y directora del proyecto Mitos Vivos, su obra de más de dos décadas explora la intensa relación entre geografía e identidad, materializando esta búsqueda a través de diversos medios artísticos.
La exposición, que se inaugura el próximo martes 29 de octubre en la Fundación Patiño, en la ciudad de La Paz, presenta un diálogo entre los cuatro elementos naturales: agua, aire, tierra y fuego. Entre ellos, el agua emerge como protagonista central, evocando la conexión inseparable entre naturaleza y ser humano. A través de esculturas cerámicas, cine documental e instalaciones, Bloj construye un recorrido sensorial que invita a reflexionar sobre la resiliencia emocional y nuestra relación con el entorno físico.
En esta conversación exclusiva con La Razón, la artista profundiza en los conceptos que sustentan su trabajo y comparte detalles sobre el proceso creativo detrás de esta significativa muestra en Bolivia.
¿Cuál es el concepto artístico que subyace en la exposición «Las Penas se Curan con Agua Salada»?
El concepto, que más que nada es la investigación artística que he desarrollado durante más de 20 años, trata sobre cómo la geografía esculpe la identidad de las personas. En este caso, es cómo el agua esculpe a estas personas que son isleñas y, específicamente, a Ilka, que es la protagonista de mi documental «Sincronía». «Sincronía» es una película documental que habla de cómo uno busca espacios de encuentro con uno mismo, donde siente que no le hace falta nada más, y por eso se llama así.
Es un lugar de encuentro y de sentirse completa, íntegra. Y eso es como en los lugares donde uno siente pertenencia también. Pudiera ser en la montaña, puede ser en el mar, puede ser en el río, puede ser con la música, puede ser con la religión.
Esa es la idea que subyace sobre toda la exposición. Por otra parte, lo que subyace sobre el título «Las Penas se Curan con Agua Salada» se podría decir que el agua salada pueden ser las lágrimas. Llorar te sana. También aparece acá una videointeracción filmada en la Laguna Epecuén, que es una de las lagunas más saladas del mundo, que está en Argentina.
El agua
Y también se refiere al agua del mar. El agua salada te cura las heridas, pero también en este sentido lo está diciendo a nivel emocional. Entonces estoy ocupando los elementos aquí en la tierra, que vendrían a ser las esculturas de arcilla.
Pusimos una pieza completa con sal y arena. Y aparece también el fuego; la cerámica está quemada por fuego. Y el agua está muy presente en esta exposición; se podría decir que es una exposición acuática.
Entonces, este es el diálogo que se plantea entre agua y tierra, sobre todo. Y fuego y los elementos están muy presentes: vamos a tocar agua, la pieza va a tener sal y arena, las piezas de arcilla también dan ganas de tocarlas, y los videos son inmersivos.

¿Qué tiempo llevó realizar las obras que conforman la exposición?
Estas obras son casi una exposición retrospectiva porque se me solicitó hacer una exposición de todo el trabajo recorrido, desde Robinson Crusoe que empieza en 2005 hasta ahora. En 2005 se hizo mi primer monumento en la isla y nació la obra del ajedrez y de «Virgen Andina» que están en esta exposición. El ajedrez se ha ido como replanteando su concepto.
Nace el concepto de las marcas de pesca que utilizan en la isla de Robinson Crusoe, donde a veces las familias se pelean por espacios de agua, por territorios de agua que son tan abstractos que uno dice: «¿Por qué? Si es agua, ¿por qué se pelean por ello?». Y eso me llevó también a una nueva idea de qué considera uno su casa, y a veces la casa de uno no está en el territorio de uno, pero uno lo siente propio. Entonces se empiezan a armar todas esas lecturas de las que habla este ajedrez, que es del 2005. «Virgen Andina» también habla de cómo el peso físico es también espiritual.
Símbolos
Entonces esta virgen de arriba es como una montaña, una Pachamama también, y todos la cargan. Entonces también me hace mucha relación con lo que sucede aquí en La Paz, de cómo uno siente el peso del cuerpo, el peso de la respiración y cómo, de alguna forma, eso se traduce también en el peso espiritual que lleva uno. En este caso se siente muy tangible por la altura, pero también porque uno está cercano a esta geografía de montaña que es tan peculiar acá en La Paz.
Por otra parte, las otras obras son contemporáneas, son de ahora, del 2023-2024, y muestran las culturas de Ilka y partes de la película «Sincronía», de la cual comenté antes, que fue estrenada en 2024 en Hot Docs Canadá y que es resultado de un proceso largo de investigación documental iniciado en 2016 hasta ahora en cine.
¿Qué momento en la trayectoria artística de la autora refleja «Las Penas se Curan con Agua Salada»?
Para mí empezó en 2022 o 2021 —no recuerdo bien— con una residencia que hice en Argentina, donde fui a la Laguna de Epecuén, que era muy salada. El lugar se había inundado por el fenómeno de El Niño, y la gente se tuvo que ir, pero muchos decidieron quedarse en su espacio y decían que se curaban con esa laguna salada las penas que sienten por haber perdido sus casas. O sea, también ellos me indicaban un territorio de agua como propio, y entonces ahí lo relacioné con lo que me dijo Ilka, la protagonista de mi documental, que me dice que ella no se fue después del tsunami que hubo en 2010 en su isla, que se llevó su casa. Decide quedarse en la isla para curarse en ese lugar; ahí me dice «las penas se curan con agua salada», y cuando estoy en Epecuén lo relaciono con esta frase.
Se crea la videoinstalación que está en la sala del fondo, que es una sala que está cubierta con arena y sal, y una predicción, un video que se llama como el título de la exposición. Siento que estas son las obras, o sea, esta exposición es donde se unen más mis dos lenguajes de escultura y cine. Acá se mezclan estas videoinstalaciones con las fotografías que por primera vez estoy mostrando.

¿Qué piensa y siente sobre exponer su obra en Bolivia?
Bolivia siento que me ha recibido con los brazos abiertos y yo eso lo he valorado mucho. Me he sentido muy honrada en el sentido de que primero fue la exposición de Manzana 1, que me hizo viajar dos veces este año, y ahora es la tercera vez en el año en Bolivia, pero en dos contextos muy distintos: primero en Santa Cruz y ahora acá en La Paz. Y sobre todo me he sentido muy bien con las personas acá, como su nivel de amabilidad, de honestidad, de cercanía. Me han hecho sentir realmente muy bien y con mucha confianza, como que todas las propuestas que he hecho han sido súper bien recibidas, a pesar de que son mucho trabajo, pero les interesa el arte que uno hace, la propuesta, y eso me parece muy valorable.
Y hay interés por las personas y eso también me parece especial.

¿Qué otros proyectos tiene en mente y qué prevé para más adelante?
Bueno, este año ha sido muy importante porque terminé la película «Sincronía»; empezó su trayectoria nacional e internacional después de estar tantos años en preparación. Y aparte han sido estas exposiciones acá en Bolivia. Es bien loco esto porque se ha expuesto acá en Bolivia, pero todavía no se expone en Chile; el próximo año viene la exposición en Chile de «Sincronía», que va a ser en Matucana 100.
Y bueno, lo que preveo es el inicio de mi próxima película, que ya está en proceso de guion. Como todo este tiempo yo he estado trabajando cómo la geografía esculpe la identidad de las personas, el sentido de pertenencia, el arraigo, los lugares que te generan sentido, la próxima película trata de qué pasa si te desarraigan. O sea, por una u otra razón a todos nos toca de alguna forma migrar, y qué pasa con ese sentido de desarraigo y cómo uno encuentra espacio de pertenencia y sentido en esto, en las nuevas geografías. Como una nadadora a quien no la dejan meterse más al agua, ¿qué hace una nadadora que ya no puede estar sumergida? ¿Cómo se reencuentra a sí misma? Por ejemplo, en el caso mío, mi pareja es cubano, entonces hemos vivido juntos su migración a Chile. Y por mi lado, yo me estoy cambiando de casa de donde he vivido, el espacio de montaña donde vivo yo, de precordillera; yo he vivido toda mi vida ahí y ahora me voy a cambiar. Y qué pasa con eso, cómo sano esa situación. Entonces, de una u otra forma a todos nos toca, todos somos seres migrantes, y cómo nos reencontramos, cómo reencontramos el sentido: ese es el nuevo proyecto.
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