Entre una marea de banderas independentistas, un millón y medio de catalanes marcharon ayer por las calles de Barcelona para pedir su separación de España, a la que acusan de arrastrar a la región en la espiral de la crisis debido a un sistema fiscal que consideran injusto.

Coincidiendo con la Diada, la fiesta nacional catalana, la movilización de este año se vio impulsada por la crisis que obligó a esta región del noreste de España, otrora motor económico del país, a pedir un rescate de 5.023 millones de euros (unos $us 6.455 millones) al Gobierno central, por cuyo sistema fiscal se siente perjudicada.

Horas antes del inicio de la marcha, el presidente regional, el nacionalista Artur Mas, advirtió que Cataluña buscará una mayor “libertad” si no logra un nuevo modelo impositivo, que estará sobre la mesa de su próxima reunión con el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, el 20 de septiembre en Madrid.

La crisis que sacude a España impulsa este argumento entre los catalanes, sometidos, al igual que el resto del país, a drásticos recortes en servicios como la educación y la salud.

La manifestación superó todas las expectativas y logró reunir, pese a sus disensiones, a casi todas las otras organizaciones soberanistas, colapsando el centro de Barcelona. Según un estudio realizado en julio, el 51,1% de encuestados votaría “sí” a la independencia en caso de un referéndum, contra el 36% en marzo de 2001.