Caudillo polémico y transformador
En sus 14 años de Gobierno, la gran popularidad del líder venezolano no se desgastó
El frenético asentimiento de las masas cuando Hugo Chávez prometía partir el espinazo de los partidos políticos tradicionales y aplastar a los oligarcas, preludiaba, en los mitines de 1998, la resurrección den venezuela de un fenómeno nacido en la América Latina del Siglo XIX, el caudillismo.
Convencido de que la simbiosis entre gobernante y pueblo era posible, el fallecido discípulo de Simón Bolívar dispuso de las herramientas fundamentales para abordar esa encarnación: un carisma imbatible, billones de petrodólares, y más pobres que ricos en el padrón electoral.
El líder bolivariano murió vencido por un tumor y suplicando a Dios más vida para consolidar la revolución institucional e ideológica comenzada hace 14 años sobre las cenizas del bipartidismo nacional (1958-1999). “Dios no me lleves todavía. Me queda mucho por hacer por este pueblo”, imploró en abril de 2012.
Sintonizando con su carácter castrense, el ex teniente coronel negoció su rompedora hoja de ruta al estilo del patrón mexicano y los peones díscolos. “Escucho ofertas”, les decía con la pistola encima de mesa.
Personalidad El arsenal político acumulado en las urnas y el paternalismo de Estado con la población más pobre, fundamentalmente negra y mulata, explican buena parte del éxito del líder de Barinas, que cantaba, bailaba y recitaba en público, nombraba y destituía por televisión.
Seductor, autoritario, sin escrúpulos en la consecución de sus objetivos, nadie consiguió tal veneración entre las clases más necesitadas de una nación de 29 millones de habitantes acostumbrada al subsidio y proclive a los hombres providenciales.
Su ascenso al poder comenzó en 1992 cuando dirigió un golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, una asonada que, aunque fracasó, le ayudó a lanzar su carrera política. Un breve discurso mientras era trasladado a una prisión lejana conmocionó a muchos venezolanos y le impulsó después a la presidencia como un líder populista.
Tras haber obtenido el perdón, Chávez realizó una gira por todo el país antes de vencer en las elecciones de 1998 y de asumir la presidencia a comienzos del año siguiente. Para muchos votantes pobres, simbolizó un nuevo comienzo tras décadas de Gobiernos considerados corruptos.
Una vez en el poder, medios de comunicación privados y líderes empresariales se opusieron con firmeza al Presidente. En 2002 un grupo político opositor y militares disidentes organizaron un golpe de Estado. Chávez fue arrestado y enviado a una base militar en una isla del Caribe.
Dos días después, oficiales leales al presidente derrocado y las protestas de sus partidarios le devolvieron al poder. Chávez acusó a Estados Unidos de estar detrás del golpe, y dijo que temía ser asesinado. Fue reelegido en 2000, después de la aprobación de una nueva Constitución impulsada por él mismo, y en 2006, cuando arrolló a su rival Manuel Rosales con el 62% de los votos.
Así, Chávez se consideró el protagonista de una segunda independencia de Venezuela, cuyas reservas petroleras, las mayores del mundo, le permitieron financiar millonarios programas sociales dirigidos a los más humildes. Pero su discurso, a menudo excluyente, provocador y rudo, fomentó una dolorosa división de la sociedad venezolana por razones políticas.
No obstante, su popularidad entre las clases más pobres no se ha desgastado en estos 14 años. Basta con ver los honores que se le brindaron tras su muerte para sentir esa veneración de millones de venezolanos por el líder de la “revolución bolivariana”. Chávez fue reelegido en tres ocasiones, siendo la última en octubre del año anterior para el periodo 2013-2019, pero el cáncer le impidió llegar a los 20 años en el Gobierno.
(Fuentes: El País, AFP y EFE)
Hitos de la legislación chavista
Estatuto
En 1999, tras asumir la presidencia, Chávez convocó a un referéndum para designar una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Carta Magna, que fue aprobada el 15 de diciembre.
Mandatos
En 2009, el Legislativo aprobó una enmienda constitucional que permite la reelección sin límite de mandatos del presidente y de todo cargo de elección popular.
Chávez tenía la necesidad de ser ‘idolatrado’
El País – “Necesita ser idolatrado. Es narcisista”, resumió en su día el psiquiatra Eduardo Chirinos, quien trató al venezolano Hugo Chávez en prisión tras el fallido cuartelazo que dio en 1992.
El caudillo murió idolatrado por los suyos, con todos los resortes del Estado bajo su mando, y los índices de pobreza a la baja porque la inversión social en el último decenio alcanzó los $us 400.000 millones, según la CEPAL.
Las mayorías oficialistas le permitieron burlar los contrapesos propios de las democracias representativas y legislar sin trabas, pero no fue un dictador porque todos sus actos de gobierno fueron legales, bien porque los legalizó a posteriori, o bien porque antes había promulgado las leyes que los justificaban.
Pocos negaron a Chávez una sincera empatía con los marginados, que abrazaron la causa bolivariana con la gratitud y fidelidad de quienes se sintieron vindicados frente a la tradicional supremacía del poder criollo.