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Chávez, ícono del socialismo latinoamericano

Hugo Chávez fue una de las figuras más trascendentes y controverciales del inicio del siglo en América Latina y es considerado un ícono del socialismo que dio sus primeros pasos en una casa de paredes de adobe, techo de hoja de palma y suelo de tierra.

Chávez murió el martes a los 58 años dejando el legado de un proyecto socialista y nacionalista que polarizó la vida en Venezuela y un vacío en el liderazgo de América Latina, sobre todo, en los grupos que reivindican el antagonismo con el capitalismo.

Extrovertido, carismático y alejado del recato, Chávez hizo hecho del ejercicio del poder un espectáculo televisivo erigiéndose en adversario de EEUU en Sudamérica, en dominante absoluto de cuanto ocurrió en su país y en mucho de cuanto se desarrolló en la región, con un protagonismo que a nadie dejó indiferente.

Hay quien sostiene que para los venezolanos su liderazgo tuvo más de espiritual y religioso que de político y revolucionario. Por su discurso, fundamentalmente nacionalista, pasaron Jesucristo, el Che Guevara, Mao, Simón Bolívar o Marx en una extraña comunión que Chávez consiguió armar en forma de doctrina.

Defendió el socialismo con la cruz en la mano, oró en silencio en una capilla mientras el país lo miraba por televisión y viajó hacia una nueva operación en Cuba saludando desde un coche con una imagen de Jesucristo bajo la que se leía: “Yo te sanaré”.

Amigo de los líderes más polémicos, como el iraní, Mahmud Ahmadineyad, o el fallecido dictador libio Muamar Gadafi, Chávez conjugó el caudillismo latinoamericano con una prédica en defensa de las luchas sociales que un día bautizó con el nombre de Socialismo del Siglo XXI.

Chávez logró tras 14 años en el poder proyectar una imagen de hombre que superó las dificultades describiendo cada uno de sus reveses como victorias y haciendo de sus logros hitos de la historia de Venezuela que reivindicó como continuación de las aspiraciones de Bolívar.

Dos momentos marcaron su vida: el fallido intento de asonada de 1992, que lo llevó a prisión para después ser indultado, y el también fracasado golpe de Estado que sufrió en 2002.

El presidente venezolano rápidamente colocó a la altura de esos dos acontecimientos el descubrimiento del cáncer que el 30 de junio del año pasado hizo resurgir el “abismo” que vivió en ambas oportunidades.

Chávez, segundo de los siete descendientes varones de un matrimonio de maestros rurales, nació el 28 de julio de 1954 en Sabaneta, una localidad del estado Barinas (oeste), en los llanos occidentales.

El único antecedente político en su familia fue su bisabuelo Pedro Pérez Delgado, apodado “Maisanta”, un caudillo popular de aquellos que eran alzados rápidamente al grado de general y que peleó contra la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935). Chávez, dijo en repetidas ocasiones, tuvo una infancia feliz pese a las carencias de la familia, que vivía en una casa de paredes de adobe, techo de hoja de palma seca y suelo de tierra.

En busca de su sueño de jugar en las Grandes Ligas de EEUU, se alistó en 1971 en la Academia Militar, pero no por vocación sino porque su entrenador de béisbol, a quien él admiraba, creía que podía ayudarle en su carrera hacia el estrellato deportivo.

Se graduó en la academia en 1975 como subteniente y el pomposo título de “Licenciado en Ciencias y Artes Militares, Rama Ingeniería, Mención Terrestre” con el que volvió a su tierra, en donde se casó con Nancy Colmenares, con la que tuvo tres hijos. Luego, contrajo  segundas nupcias con la locutora Marisabel Rodríguez, con la que tuvo una hija.

Su carrera militar fue una sucesión de destinos. Aseguró que se afianzó como “un rebelde” como consecuencia de la represión militar del levantamiento popular de 1989, conocido como “El Caracazo”, contra la política económica liberal del entonces presidente Carlos Andrés Pérez y que acabó en una matanza.

El 4 de febrero de 1992 rubricó su fracaso golpista con un “por ahora”, que se convirtió en el símbolo de su irrupción en la vida política venezolana.