Damasco y sus dos principales aliados, Rusia e Irán, condenaron duramente ayer una eventual instalación de misiles Patriot en Turquía, en la frontera con Siria, pero la OTAN aseguró que se trataba de una medida “únicamente defensiva”.

De visita en Damasco, el presidente del Parlamento iraní, Ali Larijani, desaconsejó a la oposición siria y también a Catar y a Arabia Saudita que se embarquen en “acciones aventureras en Siria”, donde insurgentes islamistas y combatientes kurdos preparan una guerra abierta en el norte del país.

Sobre la petición formulada por Turquía a la OTAN, Damasco estimó que Ankara era responsable de la “militarización de la situación en la frontera”, acusando a su vecino de “armar, entrenar e infiltrar miles de terroristas” en su territorio.