Icono del sitio La Razón

Corea del Norte usa la tensión como peligrosa estrategia política

La insistente campaña de “alarmantes” amenazas de Corea del Norte responde a la doble estrategia del líder norcoreano Kim Jong-un de reafirmar el control interno y elevar su poder de negociación en el exterior.

El anuncio del viernes, de que no podrá “garantizar la seguridad” de las “embajadas y organizaciones internacionales” a partir del 10 de abril en caso de que se desate un conflicto, se suma a una prolongada serie de amenazas casi diarias que han disparado la tensión en la península coreana desde que la ONU anunciara en marzo nuevas sanciones económicas y comerciales al país comunista por su último ensayo nuclear.

A diferencia de otras ocasiones, esta vez el régimen de Kim Jong-un ha mantenido hasta cuatro semanas su elevada retórica belicista, un hecho que, según expertos, no implica necesariamente una mayor posibilidad de que cumpla su amenaza, sino que responde, más bien, a una elaborada estrategia política de doble vía.

“El principal objetivo de las amenazas norcoreanas es interno y consiste en fortalecer el control de la población y del Ejército”, explicó el investigador Chang Yong-seok, del Instituto de Estudios para la Paz y la Unificación de la Universidad Nacional de Seúl.

PRESIÓN. Chang cree que, al elevar la tensión mediante continuas advertencias de guerra inminente, el régimen es capaz de generar unidad interna contra Corea del Sur y EEUU, países a los que estos días acusa de plantear una grave “amenaza” a su seguridad.

Por su parte, el veterano analista político Shim Jae-hoon recordó que “la economía norcoreana ha empeorado” por el deterioro de sus lazos comerciales con el exterior, lo que ha llevado a Kim a adoptar la “posición defensiva” de arengar a su pueblo para cubrir su incapacidad de alimentarlo.

En segundo lugar, Corea del Norte utiliza el poder y la repercusión de sus amenazas para “presionar a EEUU y Corea del Sur con el objetivo de que se sienten a negociar”, aseguró. En ocasiones anteriores se han alternado episodios de enfrentamiento y distensión, y el régimen logró importantes concesiones de sus “enemigos” en forma de ayuda humanitaria y otros tipos de asistencia, como materiales de construcción o energía.

Paradójicamente, Seúl anunció su intención de prestar ayuda humanitaria al Norte independientemente de las hostilidades del régimen con el objetivo de construir un “proceso de confianza” y reconducir las relaciones en el futuro.

Corea del Sur también aseguró que propondrá este año a Pyongyang una nueva reunión de familias separadas por la Guerra de Corea (1950-53), evento organizado por la Cruz Roja para que parientes al Norte y Sur de la frontera puedan tomar contacto por breves días tras décadas de división.

Un régimen anclado en la Guerra Fría
EFE – SEÚL

Tras la inesperada muerte de Kim Jong-il en diciembre de 2011, la llegada al poder de su hijo menor, Kim Jong-un, educado en Suiza como sucesor de la peculiar dinastía comunista norcoreana creó expectación sobre la posible apertura de un régimen anclado en tiempos de la Guerra Fría.

La Corea del Norte de Kim Jong-un ha seguido aferrada al hermetismo como escudo político y, sobre todo, ha reafirmado su adhesión al “Songun”, política establecida por Kim Jong-il basada en priorizar los intereses militares en el Estado.

Varios observadores creen que el actual dirigente norcoreano es demasiado inexperto y quienes manejan los hilos del jerarquizado Estado de Corea del Norte son los “dinosaurios” perpetuados en las elites del partido y el Ejército desde la Guerra Fría (1945-1989), como el influyente Jang Song-thaek, tío paterno del líder y uno de sus principales mentores.

Este general de cuatro estrellas, de 68 años, es considerado el número dos del régimen y principal asesor político de Kim Jong-un, lo que aporta peso a la teoría de que Jang Song-thaek es quien realmente toma las decisiones en este sistema totalitario cuyos engranajes aún se mantienen en el más absoluto secreto.