El presidente de Ecuador, Rafael Correa, se declaró satisfecho por los operativos desplegados por entidades estatales y de socorro para afrontar los efectos de la erupción del volcán Tungurahua.

El viernes emanó una columna de vapor y ceniza de unos 10 kilómetros, una de sus mayores erupciones que obligó a evacuar a unas 2.500 personas, habitantes de varios pueblos.

«La buena noticia (…) es que los planes de emergencia han marchado muy bien, yo diría a la perfección», pese a lo «duro» de la emergencia. «Cada vez trabajamos de mejor manera», comentó.

Durante el informe, Paúl Sánchez, de la Sala Situacional del Tungurahua, explicó «hay 3.000 hectáreas, más o menos, afectadas por el volcán», cuya ceniza llegó también a otras provincias, entre ellas la costera del Guayas.

El Tungurahua, de 5.016 metros de altitud y situado a 135 kilómetros al sur de Quito, inició su proceso eruptivo en 1999, intercalando periodos de gran actividad con lapsos de relativa calma.

Correa reiteró que Ecuador es un país «tremendamente vulnerable al riesgo. No habrá preparación que sirva si en un momento el Tungurahua explota con toda su fuerza (…) pero al menos, estamos mucho mejor preparados».