El presidente Raúl Castro dio respiro a los cubanos al dejarlos abrir pequeños negocios, pero existen dudas de si la medida cumplirá sus propósitos de reducir la abultada burocracia y ayudar a reanimar la economía sin salirse del control estatal.

La ampliación del «trabajo por cuenta propia», esperada por muchos cubanos y sugerida por economistas, fue anunciada por Castro el domingo en el Parlamento, como parte de los «cambios estructurales» con que busca hacer eficiente el modelo económico y evitar un derrumbe del sistema socialista. El gobierno también permitirá a los cubanos contratar empleados y comercializar algunas producciones, marcando un giro en una economía controlada en 95% por el Estado, donde sobra un millón de empleados —20% de la fuerza laboral— que según Castro urge eliminar, aunque afirmó que nadie quedará «abandonado a su suerte».

La decisión elimina «varias prohibiciones vigentes para el otorgamiento de nuevas licencias y la comercialización de algunas producciones, flexibilizando la contratación de fuerza de trabajo», manifestó. Asfixiada por la crisis económica tras la caída del bloque socialista, Cuba se abrió al turismo y a la inversión extranjera en los años 90.