‘De Desamor’, el viaje sonoro de Daniel Álvarez en cuecas
El destacado pianista y compositor boliviano, radicado en Alemania, lanza su más reciente álbum donde presenta un ciclo de cuecas.
Daniel Álvarez Veizaga, pianista y compositor nacional, se posiciona como uno de los talentos más innovadores de la música contemporánea en Bolivia y la región andina. Su nuevo álbum, “De Desamor”, compuesto por un ciclo de cuecas para piano, es un ejemplo excepcional de su capacidad para fusionar tradición y modernidad. Inspirado en los versos perdidos del poema “Sed de Amor” de Rafael García Rosquellas, Álvarez transforma la rica herencia de la cueca en un lenguaje instrumental renovado, que invita al oyente a un viaje íntimo y emotivo por los rincones del desamor.
El álbum incluye siete cuecas propias y obras de otros destacados compositores bolivianos como Ramiro Soriano Arce y Jaime Mendoza-Nava, explorando las múltiples facetas de este género emblemático. Las composiciones de Álvarez destacan por su capacidad de dialogar con la historia y el folklore de la región andina, mientras experimenta con texturas contemporáneas y elementos simbólicos como el uso del charango y el piano en un mismo ámbito conceptual. Este enfoque no solo preserva el alma de la cueca, sino que la eleva a nuevas dimensiones artísticas.
Reconocido por su virtuosismo y su profunda comprensión del arte musical, Daniel Álvarez Veizaga ha sido galardonado en numerosos concursos internacionales, entre ellos el prestigioso Concurso Internacional de Composición “Euregio Klassika” en Italia. Su trayectoria incluye estudios en instituciones de renombre como la Hochschule für Musik Karlsruhe y la Universidad Nacional de las Artes en Buenos Aires, consolidando una formación que combina técnica, sensibilidad y una perspectiva sensible de la música latinoamericana.
Una entrevista
En esta conversación exclusiva con Escape, de La Razón, el autor nos comparte los detalles de su proceso creativo, desde las sesiones de grabación en estudios de Alemania, hasta la colaboración con Virtuoso Records, un sello comprometido con la difusión del patrimonio musical de América Latina. Además, reflexiona sobre la importancia de la cueca como expresión cultural y su papel en la construcción de una narrativa personal en torno al desamor.
“De Desamor” no es solo un álbum; es una invitación a redescubrir la cueca como una danza del alma, un viaje sonoro que transita entre la melancolía y la esperanza. En cada pieza, Álvarez reafirma su lugar como un puente entre lo clásico y lo popular, entre lo académico y lo visceral.
¿Cómo nace la inspiración para la música De Desamor? ¿Qué aspectos de la composición musical son los que se busca resaltar en este álbum?
Poco después de terminar de escribir las “Fugas Bolivianas” tenía ganas de escribir un ciclo de cuecas, pero me faltaba un armazón y un vector para moverme. El chispazo definitivo sucedió en una tertulia en Cochabamba. Ernesto Flores Meruvia, pensador y músico cochabambino me contó sobre unas palabras perdidas en la letra original de la memorable “Sed de amor”, cueca compuesta por Miguel Ángel Valda sobre un poema de Rafael García Rosquellas. Estos versos trastocados son siete, y así, tuve la excusa perfecta para escribir siete cuecas, a partir de cada uno de estos retazos de versos perdidos. Normalmente suelo nombrar a una pieza musical después de terminarla, o al menos, durante el proceso. Por primera vez me vi enfrentado a empezar desde una sugerencia literaria del título, una especie de fatum inexorable, que ya está escrito, como esa voz en off tan indiferente que anticipa los hechos en la película Barry Lyndon de Stanley Kubrick.
En cada pieza del ciclo “De desamor”, quise hacer una exploración distinta de algunos gestos tan peculiares de la cueca. Las siete cuecas pueden escucharse de forma individual, pero si se escuchan, o interpretan, las siete cuecas como algo unitario, juntas, narran una epopeya.
¿Por qué cuecas? ¿Qué significado especial tiene la cueca como expresión musical y cultural boliviana?
Pienso que la tradición de escribir cuecas es algo que no se ha perdido. Si bien a veces no es de interés común para los que hacemos música de tradición escrita, estoy seguro que a más de un lector, le resonará alguna cueca inédita propia o de sus abuelos en su mente. Mi acercamiento a la música. en mi primera infancia. fue con un charango y cuecas.
Además, el hecho de que la cueca -con algunas variantes- se practica en toda la región andina, la convierten en una expresión no solo boliviana sino andina y latinoamericana. Como ya había intuido el filósofo y compositor Marvin Sandi, con el problema de “individualidades contingentes” en el folclore nacionalista, esa amplitud que trasciende fronteras otorga una nueva libertad para recrear los gestos de una danza folclórica en un discurso renovado y puramente instrumental.
La cueca es redonda, piensa en el tres, en el dos, en el seis, su multiplicación. Pañuelo, cortejo, danza erotismo y sensualidad se (con)funden en una clara huella/índice de mestizaje. Es por eso, que en las partituras de “De desamor” algunas indicaciones de tempo y carácter contienen una palabra en italiano -como es usual en la escritura musical universal- y otra, en aymara o neologismos propios de Bolivia, como un fiel reflejo del típico sombrero borsalino de chola o un charango. Grazioso con ch’akhi, molto libero con ajayu, etc.
¿Cómo describes el proceso de crear cuecas de concierto para piano que se alejan de la conformación tradicional del baile?
Al desprenderse de la letra y la danza, la libertad y plasticidad propias de la música aparecen relucientes para crear un discurso musical con búsquedas propias. Tener el armazón, derivado de los títulos de cada uno de los versos originales de “Sed de amor” (una especie de bendición de Miguel Ángel Valda) me sirvió mucho para arrojarme, como buen cueconauta, al espacio del desamor.
¿Qué importancia tiene la colaboración con Virtuoso Records?
Virtuoso Records es un sello argentino que promueve y difunde la música latinoamericana, ellos son distribuidos por NAXOS, otro sello especializado en música clásica. Para mi, Virtuoso Records es un lugar donde me siento muy creativo y propositivo, porque no solo puedo desempeñarme como intérprete de piano sino también como compositor. ¡El equipo de Virtuoso es a todo dar!
¿Cómo fue tu experiencia de grabación en Access All Areas Studios y Soulvision Studio en Alemania?
Con Jan Niemeyer (Soulvision) grabé las 6 cuecas de Soriano Arce, recuerdo muy bien que a Jan le entusiasmaban los finales exuberantes y grandiosos de los jaleos finales de Soriano.
Con Nils Völcker (AAA) grabé las restantes 8 cuecas, Nils es una persona muy jovial y llena de ideas refrescantes en cuanto a sonido. En ambas sesiones de grabación empleamos un hermoso Steinway C de cola, tomamos mucho café e hicimos una alquimia de teclas, botones y perillas, para conseguir una experiencia de concierto en el disco.
¿Cómo se da la coincidencia con Ramiro Soriano Arce y Jaime Mendoza-Nava en De Desamor? ¿Qué aspectos resaltan de las composiciones con las que aportan?
Las cuecas de Ramiro Soriano y de Mendoza-Nava muestran, cada uno a su manera, una mirada distinta de la cueca instrumental.
En el caso de Ramiro Soriano, las bellas exploraciones armónicas cromáticas están dentro del marco de la elegancia propia de la danza y los contrapuntos o melodías superpuestas distan mucho del control melódico de las cuecas de Simeón Roncal o Miguel Ángel Valda. El maestro Soriano, al ser también director de orquesta, emplea una paleta orquestal más rica y dinámica (en el piano) para engrosar sus zapateos. La “Cueca Lenta” es una de mis favoritas, porque sin perder expresividad, es la cueca que más se aleja de un pensamiento tonal, dentro del grupo de cuecas de Soriano Arce.
La cueca “Trenzas” de Mendoza-Nava es un poco más atrevida y gestual. En ella se perciben rastros andaluces y no duda en usar su ingenio y sus pulidas técnicas de composición. Se escuchan momentos bitonales, disonancias ríspidas y texturas ingeniosas. Algo que me llamó mucho la atención es el empleo de un recitado (en el piano) para anunciar “se va la segundita, adentro”. Este recitado, tan fantástico, fue una idea que quise explorar con más convicción en mi cueca “Aquesta”, donde además del anuncio de la famosa segundita, hay un borracho que se cae, luego un aro-aro, un silbido lejano, la narración del chiste y carcajadas. Luego… recién suena la segundita.
En De Desamor, cada cueca parece tener un título evocador como Sin Sol o En el Mal. ¿Qué historia o emoción quieres transmitir con estos nombres?
Los títulos en el ciclo de cuecas “De desamor”, como conté antes, parten de los versos originales del poema “Sed de Amor” de García Rosquellas. De hecho, “de desamor” es un anagrama de “sed de amor”. Creo que las asociaciones son de carácter personal, al igual que las emociones, será tarea del oyente crear las suyas propias. Lo polisémico es esa dimensión mágica de la música. De todas formas, dejo algunas curiosidades aquí: Para “Esperar”, quise representar el tedio de la espera con la repetición obstinada de cuatro notas en el bajo (lamento), conocida en la jerga musical como passacaglia. Para representar la soledad de “Sin Sol” la introducción es nimia, a una sola voz, y con una sola mano. También encontrará el oyente, en el ciclo “De desamor”, algunos rasgos más simbólicos: las notas de un charango con las cuerdas al aire; toques directos a la cuerda (corazón) del piano (palm mute) y un invento mío que llamé “cueca doble” para elaborar las cuecas siamesas Quedamente 1 y Quedamente 2.
¿Cómo contribuye este álbum a tu desarrollo personal como artista? ¿Cómo se inscribe en tu devenir como compositor y ejecutante?
Este álbum es el segundo disco que tengo como intérprete y compositor. El primero fue “Historias quechuas de la naturaleza y el amor” (2021), que grabé junto al tenor Carlos Diego Sarmiento, lanzado el 2023, también con Virtuoso Records.
Escribí “De desamor” sabiendo que las iba a tocar yo, es un álbum muy personal y también una tesis de muchas ideas musicales que tengo en torno al folklore. Esta exploración tendrá un eco en mi próximo proyecto: “Flores para Nayjama”, una suite de 13 danzas para guitarra sola, basadas en folklore de todo el mundo.
De las siete cuecas que compones en este álbum, ¿cuál te resulta más significativa o personal y por qué?
Me es imposible seleccionar alguna en particular, y más, cuando el ciclo de cuecas está pensado como algo unitario. Pero me gustaría esbozar algunos rasgos representativos del ciclo y también una lectura personal del ciclo.
La simetría en “De desamor” es uno de sus parámetros formales y expresivos más importantes. Entre el final de la primera cueca “Sin Sol” y el principio de la segunda “En el Mal” hay una continuidad (attacca), el final funciona también como un “caminar hacia…”. Lo mismo sucede entre la primera cueca “Quedamente 1” y la segunda cueca “Quedamente 2” en la segunda mitad de la suite.
Las tres primeras cuecas tienen “segundita” a diferencia de las tres últimas cuecas que no tienen esa repetición variada, sin embargo, la longitud es compensada por la extensión y un mayor desarrollo de los materiales.
Si bien no podemos afirmar que la danza de la cueca tenga como antecedente la Jota Aragonesa, ambas danzas son ternarias y tienen varios puntos en común. El musicólogo Marius Schneider en uno de sus numerosos viajes visitó Aragón y se percató que el baile de la tarántula era la jota y no la tarantela, como sucede más al sur. Ambas danzas representan la batalla contra la enfermedad, la melancolía, el mal de amores o los malos espíritus.
Todo un recorrido en cuecas…
Con estas ideas en mente me gusta imaginar el plan general de las siete cuecas “De desamor” con un corazón dividido por su mese en la nota re (“Hasta”) y dentro de esta dolorosa partición se ahonda, se tejen caminos, como lo hiciera Orfeo en su descenso al Hades; o el tormentoso camino de Sócrates, con su preocupación clueca (cueca) del gallo a Esculapio, poco antes de morir, mientras un daemon le susurraba que hiciese música; el camino de Boecio; en fin… cualquiera que recorra este sendero órfico que explora las sombras como único medio de purificación.
El camino inicia desesperanzado, sin sol, desciende y continúa nerviosamente en el mal, entre cacareos de gallos y escalas infernales para despertar (con un ch’akhi fulero) en una fiesta, aquesta que incluye aro-aros y gritos chapacos. A la mitad del camino (de la vida) aparecen sombras oníricas y reflejadas que van desde sonidos de infancia de charango hasta la promesa de un renacer (en Re). En el camino de regreso se asoman dos caminos bifurcados, quedamente transito ambos para llegar, catárticamente, al destino final y esperar la redención de la Sed de amor con música de desamor.
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