Cincuenta millones de egipcios están convocados hoy a una votación histórica para elegir al primer presidente en democracia del país, en una elección que supone la apertura de una nueva etapa en la que se espera que la Junta Militar abandone el poder. La competencia entre los candidatos se presenta muy reñida, sin que hasta el momento se pueda adivinar quiénes pasarán a la segunda vuelta electoral.

Por un lado, están los aspirantes que se presentan como laicos, entre quienes están uno de los favoritos, el ex secretario general de la Liga Árabe Amr Musa; el ex primer ministro Ahmad Shafiq, opción de los nostálgicos del régimen de Hosni Mubarak, y el “naserista” Hamdin Sabahi, preferido por los revolucionarios.

Por otro lado, están los islamistas. Dos candidatos tienen posibilidades de alcanzar la presidencia de este país, en una población de profunda convicción religiosa. Son el moderado Abdelmoneim Abul Futuh y el aspirante de los fundamentalistas Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi.

Todas las opciones están abiertas y muchos votantes aún indecisos tomarán la decisión en el cuarto oscuro. Pero si hay algo en lo que la mayoría está de acuerdo es en que la Junta Militar, que asumió el poder tras la renuncia de Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011, debe marcharse. Los partidos siguen sin ponerse de acuerdo sobre las prerrogativas del futuro presidente, por lo que la Junta Militar ha amenazado con marcarlas ella misma.