Lo que hasta ahora había sido una transición política que avanzaba con dificultad, se convirtió ayer en un caos político y legislativo, que amenaza con incendiar las calles.

Dos decisiones del Tribunal Constitucional fueron las culpables de que los militares vuelvan a concentrar el poder 48 horas antes de las elecciones presidenciales, que debían poner fin a la tutela que ha ejercido el Ejército desde la caída de Hosni Mubarak.

Con la primera decisión, los jueces declararon inconstitucional la ley electoral, lo que equivale a disolver el Parlamento. Con la segunda, admiten a un presidenciable excluido, con lo que 50 millones de egipcios deberán ir otra vez en primera vuelta a las urnas.