Pese a que era una de las exigencias de los revolucionarios de la plaza Tahrir, el tribunal que procesa al expresidente egipcio Hosni Mubarak decidió ayer que el juicio dejará de ser televisado a partir de su reanudación, el 5 de septiembre.

En la segunda sesión del proceso, que volvió a ofrecer la imagen de Mubarak —esta vez algo más débil— en camilla y custodiado por sus dos hijos, se anunció también que la causa contra el exmandatario se unirá a la de su exministro del Interior, Habib al Adli, y seis de sus asesores por ordenar la muerte de manifestantes.

Lo cierto es que el juicio estaba comenzando a derivar en un circo en el que decenas de abogados de la acusación se pelean a gritos en la sala por obtener su momento de gloria delante del micrófono y ante los ojos de todo el país.

La sesión comenzó con media hora de retraso, a las 10.30 hora local (07.30 GMT), porque, minutos antes, la sala habilitada en la Academia de Policía era un guirigay en el que más de 100 letrados proferían gritos e incluso amenazas físicas por hacer oír su voz y sus demandas, como pudo constatar EFE.

La decisión del magistrado Ahmed Refat de dejar las cámaras al margen, aunque se mantendrá la presencia de periodistas y familiares de víctimas, fue celebrada por varios de los presentes con aplausos. Para muchos egipcios, además, la estampa del «rais» en una camilla y dentro de una jaula era poco menos que insoportable.