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El mayordomo del Papa, un empleado modélico entre tramas misteriosas

El mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, que será procesado por la justicia vaticana por el robo de documentos reservados, tenía fama de ser un empleado modélico, con personalidad «frágil», pero las verdaderas razones por las que traicionó a Benedicto XVI siguen siendo un misterio.

Poco se sabe de «Paoletto», como solía llamarse familiarmente a la sombra del Papa, acusado de «robo agravado» y expuesto a una condena de hasta seis años de cárcel.

Muchos se preguntan si filtró documentos privados y cartas del Papa y de su secretario con el objetivo de reforzar «por amor» la figura del Benedicto XVI, o si más bien ha sido manipulado y usado por altos jerarcas de la curia romana en el marco de sus luchas de poder dentro de las murallas vaticanas.

El proceso judicial, que se celebrará a partir de octubre, aclarará probablemente muchas cosas. Según la decisión del juez instructor, divulgada oficialmente el lunes, Gabriele «tenía un caos» en su mente y un gran desorden en los cientos de documentos encontrados en su apartamento del Vaticano.

De 46 años, padre de tres niños, ferviente católico y de reconocida discreción, Paoletto entró en la «familia pontificia», los llamados servidores más cercanos del pontífice, en 2006, cuando se jubiló el mayordomo de Juan Pablo II.

Según el documento judicial, Gabriele admitió haber cometido el delito con el fin de «mejorar la situación eclesial que se vive en el interior del Vaticano» y que «nunca quiso dañar a la Iglesia y a su Pastor».

El exmayordomo consideraba que «el sumo pontífice no estaba correctamente informado» de lo que ocurría en los palacios apostólicos, cuenta en su requisitoria el promotor de justicia del Vaticano, Nicola Picardi.

El documento indica también que el mayordomo fue sometido a un examen psiquiátrico, que descartó problemas de índole psicológica, ya que es consciente de lo que ha hecho, pero al mismo tiempo genera muchas dudas sobre su personalidad.

Según una de las pericias, firmada por Tonino Cantelmi, sufría un «grave malestar psiquiátrico caracterizado por la tensión, la rabia, la frustración y la angustia».

Los expertos consideran que vivía una «trágica contradicción» entre el deseo de ayudar al Papa y su pontificado, afectado por una serie de escándalos, y los «graves actos cometidos», entre la figura de «mayordomo modélico» y el delito cometido.

Las conclusiones de la fase de instrucción sobre el caso son por ahora «parciales» y no se excluye la acusación de otras personas, como ocurrió este lunes con el informático de la secretaría de Estado, Claudio Sciarpelleti, de 48 años, involucrado por primera vez en el caso por haber «favorecido el robo con agravante y la violación de secreto», indica el texto.

«Encontraron al chivo expiatorio», exclamó Paolo Gabriele a su jefe directo, el secretario personal del Papa, monseñor Georg Ganswein, cuando este le comunicó que lo suspendía de sus funciones, cuenta el documento judicial, de 35 páginas.

El texto reconoce que no todos los documentos filtrados a la prensa provenían de Gabriele, y en ninguna parte se hace alusión a una eventual motivación económica, pese a que durante el allanamiento del apartamento del mayordomo papal se encontró un cheque de 100.000 euros destinado al pontífice, una pepita de oro y un preciado ejemplar de 1581 de la Eneida.

Todo parece indicar que el mayordomo desleal no actuó solo y que otros personajes del Vaticano aportaron documentos reservados para el libro del periodista italiano Gian Luigi Nuzzi, «Sua Santitá», con cartas confidenciales y mensajes al Papa que dejan entrever las tramas e intrigas dentro del Estado más pequeño del mundo.