El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha sacado toda la artillería pesada para hacer frente al acoso de los mercados y aplacar a los inversores que apuestan a que España acabará cayendo por el mismo agujero que, hasta la fecha, se ha tragado a Grecia e Irlanda.

En un contraataque por tierra, mar y aire —en el plano dialéctico, financiero y en el de las cuentas públicas—, el Ejecutivo ha anunciado novedades para aumentar la transparencia de la banca; ha puesto de relieve la resistencia de la deuda del Estado y ha valorado el cumplimiento del programa de recorte de déficit para asegurar que, pese a la presión que está sufriendo, España no necesitará ser rescatada y mantiene la confianza, si bien no de todo, de una parte de los mercados.

La primera reacción de los inversores ha sido positiva. Después de marcar el enésimo récord histórico en lo que va de semana en 264 puntos básicos, la prima de riesgo, el mejor termómetro de la confianza en las finanzas de un país, ha logrado reducirse hasta los 243.

El primero en abrir el fuego ha sido el presidente Rodríguez Zapatero, quien ha descartado «absolutamente» que el país vaya a tener que solicitar la ayuda de sus socios del euro, tal y como han hecho ya los gobiernos de Grecia e Irlanda.

Además, el jefe del Ejecutivo ha retado a los especuladores, a quienes les ha advertido de que van a perder su dinero si siguen apostando en contra de España y de los españoles.