Londres
Se dice que usaban métodos «clásicos», como intercambio de maletines y tinta invisible, pero lo que llama la atención es que parte de los 11 arrestados en EEUU bajo cargos de espiar para Rusia llevaban la «vida típica», común y corriente.

BBC Mundo informa en su sitio web que los supuestos espías lo mismo participaban en asociaciones comunales que asistían a cursos en la universidad o dirigían negocios de bienes raíces, todo dentro de la más absoluta «normalidad» en correspondencia con lo que la prensa califica de «vida estadounidense corriente».

Si por algo destacaban era por su carácter «ordinario», que los hacía «mimetizarse» perfectamente con su entorno, de acuerdo con los perfiles de la mayoría de los detenidos que publican los medios de comunicación.

«No podían haber sido espías porque no hay nada más que fijarse cómo ella cuidaba las hortensias», comentó una joven de Nueva Jersey, al enterarse de las acusaciones contra sus vecinos Richard y Cynthia Murphy.

Ellos, junto a otras nueve personas, eran parte de una red que presuntamente trataba de infiltrarse en círculos políticos, universidades y grupos de cabildeo para recopilar información a cambio de dinero del Kremlin.

A las dos personas de origen latinoamericano, la periodista peruano-estadounidense Vicky Peláez, columnista del periódico hispano El Diario/La Prensa, y su esposo, Juan Lázaro, de origen uruguayo pero que también cuenta con nacionalidad peruana, se les acusa de «conspiración» y «lavado de dinero», informó el Departamento de Justicia.

Uno de los acusados que más llama la atención es Anna Chapman, una rusa de 28 años, quien declaró ser propietaria de una empresa especializada en tecnología, internet, medios de comunicación y entretenimiento.