Francia y México elevaron ayer el tono en torno al caso de Florence Cassez, la francesa de 36 años condenada en México a 60 años de prisión, que está envenenando las relaciones diplomáticas entre ambos países.

París reiteró el apoyo a su ciudadana pese a que ha agotado todos los recursos judiciales a los que tenía acceso en México sin que eso haya reducido la pena dictada por secuestro, delincuencia organizada y tenencia ilícita de armas.

Ese respaldo provoca malestar en México, donde es visto como un ataque a su sistema judicial y donde se digiere mal la presión diplomática que aplica Francia.

La tensión ha encontrado un excelente campo de batalla en el Año de México en Francia, más de 350 eventos culturales, artísticos y económicos que se iban a celebrar a lo largo del 2011 y que ahora penden de un hilo.

Si en un primer momento fue Francia la que amagó con anular esa celebración, ahora es México quien condiciona. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, renunció a anular el Año de México, como le pedían importantes sectores de la sociedad gala, incluidos algunos ministros y la jefa de la oposición, la socialista Martine Aubry.

A cambio, París anunció que la suerte de Cassez será recordada en cada acto, una iniciativa que no ha gustado en México, que ahora condiciona su participación a que se olviden de la condenada durante los eventos. El embajador mexicano en París, Carlos de Icaza, acusó a Francia de haber cambiado «de forma unilateral, sin consultar» las condiciones de celebración.