Guillermo Cuentas: Bolivia ingresó en cuarentena a tiempo
Esta es la crisis sanitaria que está generando el mayor impacto global con consecuencias sociales y económicas y que va a llevar a un replanteo total de la forma de administrar el sistema sanitario
El exministro de Salud y experto en salud pública, Guillermo Cuentas, evalúa la crisis sanitaria en el país. Destaca las acciones asumidas en Oruro y detalla las razones del crecimiento de casos en Santa Cruz. Explica la importancia de que nuevos laboratorios se sumen al diagnóstico y el alto valor que tiene cumplir la cuarentena y cuidar la higiene.
— Esta es, sin duda, la emergencia sanitaria más crítica que le ha tocado vivir a Bolivia…
— A la humanidad, en los últimos 100 años. Esta es la crisis sanitaria que está generando el mayor impacto global con consecuencias sociales y económicas y que va a llevar a un replanteo total de la forma de administrar el sistema sanitario —más allá del número de víctimas fatales—, porque esta pandemia ha colapsado sistemas de salud que creíamos los más solventes y desarrollados, como los de Europa y Estados Unidos; quién podría pensar que los sistemas sanitarios de Paris y Nueva York irían a colapsar. Esta es una crisis estructural.
— ¿Y hacía donde deberá conducir el cambio de sistema sanitario en el mundo?, ¿o es muy apresurado hablar de ello por ahora?
— Sí, yo creo que aún es apresurado, porque hay un cambio de paradigma. En materia de salud se había llegado a tal nivel de avance tecnológico…, le pongo algunos ejemplos: para el cáncer se inventaban equipos cada vez más sofisticados de aceleradores lineales con tomógrafo incluido; también está el Cyberknife, que es un robot capaz de identificar y curar un cáncer del cerebro de menos de un milímetro de desarrollo; la cirugía robótica que, por ejemplo, se usa en situaciones de guerra, cuando el cirujano maneja un robot a kilómetros de distancia mientras opera a un paciente en un hospital de una base militar; o la cirugía con neuronavegadores, con la cual el especialista usa una especie de comando, como el del Play Station, para intervenir a un paciente que está en otro lugar. Ese era el nivel de desarrollo tecnológico y hoy, un virus que existe hace cientos de años ha destrozado todo ese modelo. ¿Qué faltó? Simplemente un buen sistema de atención básica y ventiladores, solo eso.
— Quizá la comparación no es válida, aclárenos usted, pero considerando los muertos por cólera en Bolivia durante la década de los 90, ¿cuán diferentes son ambos contextos en términos sanitarios?
— Le agradezco la pregunta porque hay una serie de irracionalidades que se están manejando sobre el cólera, epidemia que en seis meses mató a 60 personas en Bolivia. No es correcto medir el número de fallecidos de la epidemia del cólera en 10 años, como se está haciendo; la epidemia como tal estalló en agosto del 1991 y concluyó –llegando a su pico– en diciembre del mismo año, con algunos resabios hasta enero de 1992. El cólera se desencadenó en Perú en febrero de 1991 y allí causó más de 2.000 muertes de más de 30.000 casos positivos. Lo primero que se hizo –entonces yo ocupaba el cargo de viceministro de salud– era enterarnos cómo era este mal porque la última pandemia de cólera que hubo en el mundo se dio a fines del siglo XIX en Europa, o sea 100 años antes, y nuestra única referencia era la historia bibliográfica en medicina. Entonces, mediante resolución ministerial, se declaró este asunto prioridad nacional y lo inmediato fue enviar especialistas a Perú y a Japón para saber cómo se identificaba el agente transmisor en microscopio. Luego cerramos la frontera con Perú y así logramos evitar que el cólera ingrese antes a Bolivia siendo que a ese país había llegado en febrero. Pobres de recursos como éramos, tuvimos que hacer hoyos en los colchones para que los pacientes puedan hacer sus deposiciones mientras recibían suero por dos vías. Además colocábamos hisopos en todo el río Choqueyapu y las alcantarillas para revisar si el vibrión circulaba en el agua.
— Dada esa experiencia, ¿qué era lo recomendable entonces con el coronavirus para Bolivia?
— Hay que ser precisos en términos de fechas. Hoy sabemos que en China ya se sabía que el virus circulaba en diciembre, incluso el neurólogo que falleció por este mal denunció el hecho y hasta recibió una llamada de atención (del gobierno chino). Oficialmente, se informó del primer caso el 31 de diciembre de 2019 y (el conocimiento de que la enfermedad existía) se instaló en enero; ese mes, el primer mensaje fue que se trataba de un mal viral que en 80% pasaba como un simple resfrío, que solo el 20% necesitaba de atención médica y que la tasa de letalidad era únicamente entre el 2,5 y el 3%, infinitamente menor a la del ébola, que es del 40%. O sea que las primeras informaciones eran un poco tranquilizadoras, por eso los países lo tomaron con más calma, como algo que se podía controlar, pero cuando llegó a Europa en febrero y se complicó todo, nos dimos cuenta de que no era tan simple. Eso obligó a los gobiernos del mundo a asumir medidas en dos caminos: la contención y la supresión. La mayoría empezó por la contención, es decir recomendar el lavado de manos y la higiene, buscar grupos vulnerables y hacer exámenes de laboratorio solo a los sospechosos; después se entra en supresión o cuarentena, que es lo que se hizo en Bolivia y yo creo que se manejó en el tiempo adecuado, el menor ejemplo es Oruro, que optó por la supresión ni bien conoció sus primeros casos, lo que le dio éxito hasta ahora. Bolivia fue uno de los primeros países en adoptar la supresión
— Ya que habla de Oruro es inevitable referirse a Santa Cruz, el departamento que concentra la mayor cantidad de casos, pero cabe hacer notar que su densidad poblacional es superior a la de Oruro. Hay quienes hablan de descontrol en la región oriental, ¿es eso correcto?
— No. Buena pregunta. Cuando hablamos de casos hay de dos tipos: los importados y los locales; cuando nos referimos a los importados, el primer nódulo de contención debe centrarse en la zona de mayor flujo migratorio, y los primeros casos que llegaron a América Latina y a Bolivia son de Europa. Es importante no perder de vista que en España e Italia está el mayor número de migrantes bolivianos en Europa, unos 30.000, y fue de esos países que recibimos los primeros casos, pero además vía Santa Cruz porque es esa ciudad la puerta de entrada de los viajeros, todo el que llega a Bolivia o sale del país lo hace por Viru Viru. No es correcto hablar de descontrol.
— Hasta hace solo horas, solo el Centro Nacional de Enfermedades Tropicales (Cenetrop) y el Instituto Nacional de Laboratorios en Salud (Inlasa), ambos dependientes del Ministerio de Salud, eran los únicos laboratorios autorizados para hacer las pruebas de COVID-19; ayer el Gobierno anunció que se incorporan los laboratorios del Seguro Universitario, de la Caja Nacional de Salud y del Seguro Policial, ¿por qué es importante esto?
— Eso tiene una explicación técnica. La prueba específica para determinar que una infección es por coronavirus tipo SARS-2 o COVID-19 se llama reacción en cadena de la polimerasa (PSR, por sus siglas en inglés); este es un examen virológico que siempre va a llevar entre cinco y seis horas porque una vez que uno saca la muestra con un hisopo tanto de la nariz como de la garganta debe permanecer en cultivo un tiempo determinado, para multiplicar los virus y que haya una lectura correcta, por eso se tarda tanto tiempo. En Bolivia no todos los laboratorios pueden hacer esa prueba, el Cenetrop y el Inlasa sí.
— ¿Qué necesitan los otros?
— Primero, recursos humanos, ese estudio no lo hace cualquiera, no basta un técnico de laboratorio, sino un virólogo.
— ¿Y cuántos virólogos se calcula que haya en Bolivia?
— En La Paz teníamos dos, ahora debe haber un poco más. Un estudio de coronavirus no lo hace cualquiera, se debe manipular con todas las medidas de bioseguridad, no es un examen común. Por tanto, primero necesitas al especialista, luego las condiciones de bioseguridad; tercero, es un estudio que lleva tiempo; y cuarto, se requiere capacidad tecnológica, que pocos laboratorios en Bolivia tienen. Los elegidos tienen la capacidad de hacerlo y entiendo que se les dotará de los insumos. Ahora bien, las pruebas seguirán tardando el mismo tiempo, pero se demorará mucho menos en conocer los resultados (por la cercanía con el paciente).
— ¿Cuál es la ventaja de esto?
— Garantiza una capacidad de respuesta más veloz para tomar las acciones que correspondan, entre ellas el aislamiento del entorno (familiar o de quienes hayan tenidos contacto con la persona que dio positivo).
— La Presidenta anunció el lunes que el Gobierno compra un lote de 500 respiradores para atender los casos graves, ¿qué características deben tener éstos, entendemos que deben ser certificados?
— La persona ideal para hablar sobre esto es el presidente de la Sociedad Boliviana de Terapia Intensiva, pero en términos generales puedo explicarle que los ventiladores –como es que se llama a estos aparatos que reemplazan la función del pulmón– son de dos tipos: de presión negativa y presión positiva. Otra división genérica es que hay el ventilador mecánico no invasivo (VMNI) y el ventilador mecánico invasivo (VMI). El primero se puede colocar con una escafandra, pero para el segundo se necesita entubar al paciente; para ello se requiere monitores y otros equipos que manejan los intensivistas, quienes además conocen los parámetros de dotación de oxígeno y otros aspectos más complejos. Si se compran los ventiladores mecánicos invasivos se necesitan más áreas de terapia intensiva, no se pueden usar en cualquier lugar. Estos sitios deben tener, por ejemplo, el suministro regular de oxígeno almacenado en plantas productoras especiales de los hospitales.
— En las condiciones en qué se encuentra el país, qué se debe esperar de la población y las autoridades.
— Esta es una acción compartida. El gran rol del ciudadano se resume a tres palabras: disciplina, solidaridad y responsabilidad. Acatar la cuarentena y el aislamiento, lavarse las manos cada hora, usar barbijo cuando amerita, toser y estornudar en el brazo, limpiar sus calzados en agua con lavandina son señales de disciplina, solidaridad y responsabilidad. En cuanto a las autoridades, tanto el nivel municipal como el departamental y el nacional tienen sus propias competencias en cuanto a la construcción, equipamiento y dotación de insumos e ítems para los hospitales, lo que deben hacer (enfatiza el entrevistado) es cumplir cada quien con su responsabilidad. No obstante, esta responsabilidad es compartida y demanda un nivel de coordinación más serio. (01/04/2020)