El Gobierno de Teherán se mostró desafiante al insistir en que nunca renunciará a su programa nuclear, incluyendo el polémico enriquecimiento de uranio, al tiempo que acusó al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), de basar sus inspecciones en informaciones de espías de los servicios de Inteligencia occidentales, con los cuales es cómplice.

En el marco de una reunión de la Junta de Gobernadores del OIEA en Viena, el delegado iraní, Ali Asghar Soltanieh, fue tajante ante la prensa al decir que su país “se resistirá hasta el final” y “nunca aceptará que se ponga en riesgo su seguridad nacional”. Otro tanto había prenunciado en Irán el presidente Mahmoud Ahmadinejad.

El delegado hacía referencia así a las exigencias de los inspectores de la agencia nuclear de la ONU de visitar lo antes posible una instalación militar en las afueras de Teherán, donde el propio organismo y varios servicios de inteligencia sospechan de que haya actividades atómicas militares.    

El Consejo de Seguridad de la ONU exige desde 2006 que Irán suspenda las actividades atómicas más delicadas, sobre todo el enriquecimiento. Ha adoptado ya cuatro rondas de sanciones contra la República Islámica.