Previsible para unos y decepcionante para otros, el ya clausurado VI Congreso Comunista de Cuba dio paso a un escenario que estará marcado por la implantación de reformas económicas tuteladas todavía por buena parte de la «vieja guardia» de la revolución.

La mayoría de los cubanos de a pie, que asume con normalidad, por previsible, la elección de Raúl Castro al frente del PCC en sustitución de su hermano Fidel, acogió los resultados del Congreso con reacciones que van desde la esperanza al escepticismo pasando por la indiferencia.

«Antes tuvimos muchos errores y ahora se van a arreglar las cosas. Con Raúl como presidente y al frente del Partido hay más condiciones para que haga su trabajo», dijo a EFE Mayra Estrada, una oficinista de 38 años.

Yuniel, un parqueador de 33 años, dijo a EFE que todo lo sucedido en el Congreso «era sabido» y «es lo de siempre». «Yo estoy tratando de vivir y luchando el día. Ellos están tratando de darle más libertad a los jóvenes para que tomen los cargos y me parece bien, pero yo no le hago mucho caso a eso», afirmó.

Uno de los aspectos más comentados del cónclave comunista dentro y fuera de la isla ha sido la continuidad de muchos de los «históricos» del régimen a pesar del abierto llamamiento que Raúl Castro, de casi 80 años, hizo en la inauguración para renovar y rejuvenecer los cargos políticos.

El propio general Castro, al presentar en la clausura del congreso a los miembros de la nomenclatura, admitió que la cúpula resultante «no es lo perfecto».

«Es lo que podemos hacer por ahora. En el transcurso de los próximos años, más temprano que tarde, iremos perfeccionando nombramientos», dijo Raúl Castro días después de haber admitido que no existe una «reserva de sustitutos» para la generación histórica de la revolución.

Analistas locales consultados por EFE justifican la continuidad de «históricos» en la cúpula del PCC en que «Raúl Castro ha buscado un consenso interno».