A 20 años de la captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, una investigación periodística publicada en la edición digital del diario La República da cuenta de cómo la información del cajero de la organización permitió cercar y detener al líder del grupo senderista. A continuación la nota completa:

La «regla de oro» era el seguro de vida de Sendero Luminoso. Obligaba a los militantes capturados a no mencionar ningún dato sobre la organización. «No reconocer nada ni a nadie, pase lo que pase», decía Guzmán a sus partidarios. Eso significaba callar, aunque costara la vida. Primero era el partido, después la vida del militante, añadía Guzmán, parafraseando a Mao Zedong, reveló una investigación periodística publicada en la edición digital del diario La República.

Sin embargo, la «regla de oro» sólo eran capaces de cumplirla los militantes probados en combate, los «cuadros» o militantes de amplia experiencia, y no los aprendices, los simpatizantes, los advenedizos ideológicos, también sostenía Mao.

Por eso sorprendió a los agentes del Grupo Especial de Inteligencia (Gein) que Guzmán confiara las finanzas de la Dirección Central senderista en Luis Arana Franco, un ingeniero electrónico de clase media sin mayores créditos de combatiente, de modales y gustos aburguesados, como dirían sus propios compañeros, porque al fin y al cabo era un hombre de negocios.

EL RASTRO DEL DINERO

Lo que fascinaba a Guzmán de Arana era su prolija puntualidad en la entrega de dinero, que lo obtenía como administrador de la academia preuniversitaria César Vallejo. Esa metódica labor fue precisamente lo que permitió a los agentes del Gein determinar su papel clave en la organización. Luis Arana Franco no parecía ser un militante que cumpliría a cabalidad la «regla de oro» senderista.

Desde que inició el trabajo del Gein, el cinco de marzo de 1990, con el seguimiento de importantes «cuadros» senderistas como Hugo Juárez Cruzatt y Angélica Salas La Cruz, los agentes detectaron que estos solían encontrarse clandestinamente con un sujeto regordete, de pelo lacio y grasoso, de bigote y perilla incipientes, muy hábil para despistar a sus perseguidores.

Detenido el 22 de junio de 1992, luego de casi un año de vigilancia, durante los interrogatorios del Gein, bajo el mando del ahora coronel PNP (r) Benedicto Jiménez Bacca, quedó en evidencia que Arana no era un militante fogueado en la guerra, un «cuadro» fanatizado dispuesto a «cruzar el río de sangre», que no es otra cosa que morir antes de dar información al enemigo.

“Arana era un hombre sentimental y muy reflexivo. Como empresario acomodado, relativamente libre de la rígida disciplina senderista, carecía de la dureza que sobraba en los otros dirigentes”, relató Benedicto Jiménez en su libro El ABC de Sendero Luminoso y el MRTA. Esa era la debilidad de Arana y eso fue lo que el jefe del Gein explotó.

LA DEBILIDAD BURGUESA

“La certeza de una condena a cadena perpetua y la separación de su esposa (Teresa Manay Montes) y de su hijo recién nacido, a quienes adoraba, le resultaba insoportable. En este momento de quiebre psicológico los interrogadores del Gein le ofrecieron darle libertad a su mujer para que pudiera cuidar a su hijo y devolverle el dinero confiscado de la academia César Vallejo. Arana aceptó, y como agradecimiento, empezó a cooperar”, relató el coronel Jiménez.

Para los senderistas fanatizados, anteponer la familia a la revolución y al partido era una debilidad burguesa, una traición que se pagaba con la ejecución. Por eso, el Gein mantuvo bajo estricta vigilancia a Luis Arana, porque sabían de la importancia de su arresto… y de todo lo que sabía.

El general PNP Carlos Morán Soto, quien fue parte del equipo de analistas del Gein, relató por qué fue de importancia vital la detención de «Sotil», como los agentes rebautizaron al «camarada Manuel», Luis Arana Franco. Fue el primer senderista que les dijo a los policías algo de lo que no se tenía certeza sino sospechas: Abimael Guzmán estaba vivo.

«Lo llegamos a quebrar psicológicamente por el lado familiar. Arana fue el primer hombre que se sometió a la ley de arrepentimiento. En una de las tantas entrevistas que quedaron registradas en videos, Arana hizo una revelación que nos dejó electrizados. Nos dijo que Guzmán se encontraba vivo. Bueno, al menos hasta el 4 de abril de 1992 porque ese día lo visitó en una residencia donde lo recibió a lo grande», declaró Carlos Morán.

«Y no podía ser de otro modo, Arana era el hombre de la plata. Además, no nos podía mentir porque teníamos ‘pinchado’ su teléfono desde agosto de 1990. Sabíamos quiénes eran sus contactos. Pero ideológicamente era débil», añadió Morán.

EL JUEGO DE «SOTIL»

El general PNP Marco Miyashiro Arashiro, en su momento el número dos del Gein, recordó la decisiva importancia de Luis Arana Franco, el «Garganta Profunda» de la cúpula de Sendero Luminoso.

«Llegamos a la conclusión de que la academia César Vallejo era un centro de reclutamiento de los mejores alumnos de los colegios de provincia para que se integren a Sendero Luminoso. Arana era el responsable de logística y el que acopiaba el dinero para entregarlo a la Dirección Central senderista», dijo Miyashiro.

«Arana estaba a cargo del Departamento de Contabilidad (del partido) y de la administración de una oficina de informática en la cuadra tres de la avenida Emancipación, en pleno centro de Lima», escribió en su libro Benedicto Jiménez.

«Mensualmente separaba de las matrículas de los estudiantes un aproximado de 15 mil a 20 mil dólares que los destinaba para los ‘pequeños gastos del hogar’ del líder senderista y su entorno más íntimo», describió el ex jefe del Gein el papel de «Sotil».

«No nos entregó la dirección exacta de Guzmán, pero sí el derrotero. Por ejemplo, nos ayudó a identificar a una muchacha joven y blanca a la que entregó dinero y que era escoltada por un sujeto de barba. Al aplicarle la observación y vigilancia a los dos, sin que supiéramos que se trataba de Maritza Garrido Lecca y Carlos Incháustegui Degola, llegamos hasta la casa de Los Sauces donde se escondía Abimael Guzmán. Sin Arana, probablemente nos habríamos demorado más en encontrarlo», señaló el general Marco Miyashiro.

El mayor PNP José Gil Becerra, que también fue parte del Gein, rememoró aquellos días en que los agentes tuvieron en sus manos al escurridizo «Sotil», o Luis Arana Franco.

«Mi apelativo era ‘Sorel’, por el filósofo francés Georges Sorel. Cuando descubrimos que Arana era el que repartía la plata, Benedicto Jiménez dijo: ‘Este es el abastecedor de Abimael. Hay que golpear el césped para que salte la serpiente. Eso era una estrategia china. ‘Si le cortas la plata, estos se van a replegar’, decía Benedicto. Nosotros ya lo habíamos filmado saliendo de una casa en San Antonio Miraflores, sin saber que era Luis Arana y que se había reunido con Abimael Guzmán. Nos dio muchas evidencias que nos condujeron a la captura del siglo», dijo el mayor José Gil.

Lo cierto es que el error fue de Guzmán, no de Mao. Por el dinero, el «presidente Gonzalo» se confió en Luis Arana Franco, que para salvar su pellejo, no dudó en romper la «regla de oro» senderista, a diferencia de otros militantes que preferían morir antes de cometer delación, como recomendaba Mao.

ERA PARTE DEL CÍRCULO MÁS ÍNTIMO DEL CABECILLA DE SENDERO LUMINOSO

Luis Arana Franco atrapó la confianza de Abimael Guzmán Reinoso y de toda la cúpula senderista al punto que participó en el velatorio clandestino de Augusta La Torre Carrasco, la «camarada Norah», la esposa del jefe de la organización terrorista, el 14 de noviembre de 1988.

Los agentes del Grupo Especial de Inteligencia (Gein) encontraron fotografías y filmaciones en las que  Arana, «camarada Manuel», aparece dándole el pésame a Abimael Guzmán en una reunión doliente en la que participaron, entre otros dirigentes, Elena Iparraguirre, Yovanka Pardavé Trujillo, Hugo Juárez Cruzat, Martha Huatay Ruiz, Obdulia Trujillo Agurto, Carlos Torres Mendoza y Angélica Salas La Cruz, entre otros.

Con Juárez, Salas y Torres había sido filmado Arana en el momento en el que les entregaba el dinero para costear la residencia de Abimael Guzmán y la cúpula en lujosas casas residenciales en Lima.

CLAVES

En noviembre del 2004, Luis Arana Franco reclamó al Poder Judicial y a la Defensoría del Pueblo haber sido abandonado por el Estado al que ayudó a capturar a Abimael Guzmán.

Mediante comunicaciones escritas, dijo que el proceso de cambio de su identidad, de su esposa y de su hijo no se había completado, lo que lo exponía a un peligro de muerte. Sabía que los senderistas no le perdonaban su decisión.

Señaló que en una ocasión le ofrecieron pasaportes con otras identidades, pero que debía dirigirse primero a Puno. Arana no entendía por qué no podía salir de Lima, por lo que consideró que trasladarse al altiplano podría tratarse de una trampa para asesinarlo.

Siempre se creyó que desde 1992 Arana se encontraba fuera del país con su familia, pero lo cierto es que su situación actual todavía es un misterio completo.