Sorprendidos, conmovidos por la noticia o esperanzados por la futura elección de un Papa más moderno, los católicos del mundo reaccionaron el lunes de manera diversa al anuncio de la renuncia de Benedicto XVI que se hará efectiva a fines de febrero y que es la primera de un papa en seis siglos.  

«Ha sido como un golpe de agua fría, lo escuche en la televisión y vine a orar por la iglesia. Sabíamos que estaba enfermo y que estaba viejo, pero esto es como la muerte de la mamá, que por más vieja que esté uno no quiere que pase», dijo a la AFP Guadalupe Soza, una mujer que acudía con un ramo de flores para la virgen de Guadalupe en la gran basílica en su honor en Ciudad de México.  

Reacciones de sorpresa e incredulidad fueron el tono constante, entre las filas de peregrinos que ingresaban al santuario. «El Papa no puede renunciar. No lo puedo creer», sostuvo ante la AFP Rafael López, un peregrino de origen mexicano oriundo de Los Angeles (Estados Unidos), de 40 años. «Sin duda lo afectaron mucho los escándalos con todos estos problemas (de pederastia) que se presentaron con los niños y con los problemas en el Vaticano», agregó.

También incrédulo Noe Isidro Cabrera, un trabajador vestido con su gorra de béisbol, señaló que Benedicto XVI debería haberse mantenido en el papado.

«No tenía ni idea de que había renunciado, me tomó por sorpresa totalmente. No debería de renunciar, sus razones debe tener y se les respetan, pero no me parece que sea lo correcto», señaló Cabrera.

La noticia de la renuncia del Papa causó también sorpresa en Brasil, el primer país del mundo en número de católicos -125 millones, dos tercios de sus 191 millones de habitantes-, que ven como su credo va perdiendo influencia ante los evangélicos.

En Rio de Janeiro es feriado por el Carnaval, las iglesias estaban en su mayoría cerradas y las pocas que mantenían sus puertas abiertas estaban semivacías.

«Quedé sorprendido con la noticia, en general los papas trabajan hasta la muerte», dijo a la AFP Valdecir Gonçalves, un comerciante de 48 años de Guarluhos (Sao Paulo), en la cola del tren que sube a la famosa estatua del Cristo Redentor.

«Los que deben estar contentos son los evangélicos, porque esto debilita a la Iglesia católica. Me gustaría que el Papa fuera brasileño, o al menos latino», agregó.

En Madrid, ante la catedral de la Almudena, los fieles manifestaron una cierta incredulidad, pero también una pizca de crítica: «no sabía que el Papa pudiera renunciar, creía que debía seguir siendo papa hasta su muerte», afirmó Gabriel Gar, empresario de 46 años.

Por su parte, Julio Ferreiro, jubilado, estimó que no se debería «haber elegido un hombre tan mayor».

«La Iglesia necesita un papa progresista como Juan XXIII, que mire la vida de hoy y vea cómo avanza la sociedad», agregó.

Cerca de la catedral de Valencia, que Benedicto XVI visitó en 2006, Jesús González se mostró dubitativo: «quizá está cansado de lo que ocurre en este momento en la iglesia», dice.

«Siempre pensé que una renuncia del Papa es como un divorcio, no es posible. Se sigue hasta el último suspiro», declaró con la misma sorpresa Hugh Stafford Northcote, director de una escuela de Gran Bretaña que estuvo con el Papa en Roma el sábado pasado.

«Nuestras miradas se cruzaron una fracción de segundo y yo pensé íoh! no permanecerá mucho tiempo en esta tierra», explicó su esposa, Hillary.
«Me parece muy bien que no se quede hasta la muerte. Yo también tengo 82 años y sé que no se puede a esta edad seguir el ritmo al que está obligado un papa», narró Olga Camus delante de la iglesia San Eustaquio de París.

Junto a ella, otra jubilada, Bertille Vincent, dijo soñar con «un Papa negro, descalzo y en andrajos».

En Polonia, la tierra natal de Juan Pablo II, predecesor del actual papa, Henryk Damaszewski se congratuló en Varsovia de que Benedicto XVI pueda descansar y dejar el camino abierto a la elección de un nuevo papa.

En Tierra Santa, la noticia dio lugar a todo tipo de rumores, como en Jerusalén, donde se dijo que el Papa ya estaba muerto y que el Vaticano lo ocultaba.

Religiosos polacos que se dirigían a la iglesia del Santo Sepulcro especulaban sobre las causas de la decisión, sin mostrarse muy locuaces. Por su parte, Enzo, un turista francés, aportó una nota de humor: «quizás encontró una mujer, si quiere empezar una nueva vida es ahora o nunca».
 

«Los designios impenetrables»  

En la iglesia de la Natividad de Belén, un joven palestino estimó que «nosotros no sabemos las verdaderas razones, pero el Vaticano sí las sabe».
En África, en Cotonú, Guy Kpakpo, recalcó que el Papa se va en el momento en que la Iglesia atraviesa una «crisis profunda», pero cerca de él, Rosalie Quenum Assogba consideró que su renuncia es «un mensaje que va más allá de la iglesia católica».

Ante la catedral de Abidjan, Victor Seguei, lamentó la renuncia del Papa. «Es el jefe de la Iglesia, debía dirigir su pueblo hasta el final y no dimitir».

Al otro lado del planeta, en Manila, lapatrona del «Restaurante de la Mitra», Elvira Go, fue categórica: «No habría renunciado si pensara que tiene fuerzas para continuar» la tarea.

Ivy Taalip, empleada doméstica de Manila, se limitó a afirmar que «es la voluntad de Dios».

«La iglesia nos ha enseñado siempre que los designios del Señor son impenetrables», sentenció.