La reina Isabel II informó al Parlamento británico las prioridades del Gobierno que encabeza el conservador Cameron. La reforma de la Cámara Alta (de los Lores) y la crisis económica  están en primer lugar. El tradicional Discurso de la Reina ha estado presidido por la pompa de siempre, pero dominado este año por la crisis económica y la polémica reforma que busca democratizar la aristocrática Cámara de los Lores.   

Con la facilidad que tiene la política británica para centrar la agenda en torno a una polémica, la reforma de la Cámara de los Lores se ha convertido en los últimos días en un asunto de vida o muerte. De vida o muerte para la coalición gobernante, se entiende, pero también para el Primer Ministro. La derecha tory (conservadora) se opone a lo que la Reina parece haber consentido: que los Lores dejen de ser designados para convertirse en elegidos por el voto popular.

Circunstancia. El argumento de los tories derechistas, que la oposición laborista juzga oportunista, es que la coyuntura económica del país no está para reformas constitucionales. David Cameron les ha respondido manteniendo esa reforma en primer lugar entre las propuestas legislativas, pero con la suficiente vaguedad como para dejarla colgada el tiempo que haga falta. Y rellenando el programa anual de gobierno con una batería de propuestas económicas de neto corte reformista.