La disponibilidad de vacunas anticovid-19 está generando cada vez más polémica, pero encontrar una vacuna depende «en parte de la suerte y de los riesgos» y hacerlo en menos de un año sigue siendo «una proeza», explicó a la AFP la experta del laboratorio GSK Claire Roger.

Roger, directora de operaciones de vacunas en la compañía británica GSK, era hasta hace unos días presidenta del comité de vacunas de la Federación francesa del empresas de medicamentos, Leem.

PREGUNTA: En la actualidad, se están dando muchas críticas sobre el retraso en la investigación francesa frente al covid-19. ¿Cuánto tiempo toma, en general, la investigación de una vacuna?

RESPUESTA: De media, desarrollar una nueva vacuna lleva entre siete y diez años, y 1.000 millones de euros [1.200 millones de dólares], dependiendo de las enfermedades infecciosas y de la tecnología. Es importante recordar que hasta hace muy poco, uno de los récords reposaba en la vacuna contra el ébola, que tomó aproximadamente cuatro años. Eso ya fue una proeza científica.

Ahora, hemos superado una etapa, con las vacunas anticovid-19 en un año. Pero para la mayoría de las enfermedades infecciosas, seguimos con plazos de 10 años, o incluso 15 años. Para otras enfermedades como el VIH todavía no hemos encontrado vacuna.

En cuanto al covid-19, hemos tenido la suerte de tener tantos enfoques paralelamente que varios han dado frutos. Otros, por supuesto, hubo que interrumpirlos, como vimos en los últimos días. Pero, cuando empiezas, nunca sabes qué tecnología o qué proceso científico funcionará contra una enfermedad infecciosa.

La tecnología del ARN mensajero funcionó con el virus del covid-19. Ya se habían realizado otros ensayos clínicos cuyos resultados no eran satisfactorios contra otras enfermedades. Para cada enfermedad hay que encontrar la receta adecuada, la tecnología adecuada, la dosis adecuada. Hay una parte de suerte y de riesgos que no se puede prever, así que es importante multiplicar los enfoques.

P: Más allá de la investigación, ¿es un proceso complejo la propia producción de la vacuna?

R: La producción es una etapa muy complicada porque no se trata de química, sino de medicamentos biológicos [es decir, sacados de un ser vivo]. En las vacunas, esto es más complejo todavía porque se inyectan en millones, incluso miles de millones, de personas con buena salud.

Es alta tecnología. Hay inspecciones muy estrictas de las autoridades sanitarias: en todo momento, si se duda sobre una de las etapas, se interrumpe todo, se estudia detalladamente y, si surge la menor duda, se bota todo a la basura y se vuelve a empezar.
Hay que recordar que, para la mayoría de las vacunas –en las vacunaciones de rutina– pasan entre 10 y 24 meses desde que empieza la producción hasta que se obtiene una dosis. En el covid-19, también eso es una proeza.

P: Sanofi, cuyo principal proyecto de vacuna –desarrollado con GSK– ha sufrido retrasos, producirá millones de dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech. ¿Otros laboratorios podrían hacer lo mismo?

R: A menudo, la producción de una vacuna se realiza en dos fases. En primer lugar, hay una parte de creación de antígenos, de algún modo, el «principio activo», con un mecanismo de producción muy diferente en función de los tipos de tecnología empleados. Se necesita tener una tecnología similar, esto no se hace un día para otro.

La segunda parte de la producción corresponde al acondicionamiento: una vez que tenemos la molécula activa, esta se suele mezclar […] para, luego, tener la fórmula en un frasco. Eso es lo que hará Sanofi.

Estamos inmersos en una colaboración tal que todo el mundo está dispuesto a ayudarse. Pues, si estábamos dispuestos a poner en común nuestros conocimientos científicos en términos de investigación, ¿por qué no colaborar igualmente una vez que se sabe qué vacuna funciona?