Con la ayuda ahora del nuevo presidente de Francia, François Hollande, el presidente de EEUU, Barack Obama, aprovechará a partir de hoy la cumbre del G8 para presionar, especialmente a Alemania, sobre la necesidad de un impulso al crecimiento económico en Europa. La otra cara nueva que se esperaba en la reunión, la del presidente Vladímir Putin, ha decidido ausentarse. Deja claro desde un principio que se avecinan tiempos difíciles en las relaciones con Rusia.

Apartamiento La cumbre del G-8, convocada en la apartada residencia presidencial de Camp David (Maryland) para huir de las protestas, tendrá una extensión el mismo fin de semana en Chicago, a donde se trasladarán los jefes de Estado y de Gobierno para participar en la conferencia anual de la OTAN. Este intenso programa será también el debut internacional del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.

La Administración norteamericana va a recurrir a una diplomacia discreta para defender su punto de vista respecto a la crisis europea. El crecimiento de la economía estadounidense, demasiado lento para las necesidades políticas de Obama a menos de seis meses de las elecciones, está condicionado por la situación económica en el Viejo Continente. “Europa es todavía débil y eso está creando incertidumbre en nuestra industria”, dijo esta semana el presidente en televisión.

La Administración norteamericana no quiere inmiscuirse en un duelo potencial entre Hollande y Merkel sobre el modelo económico europeo. Pero tampoco se oculta a nadie que las ideas ofrecidas hasta ahora por el nuevo presidente francés están más cerca de lo hecho por Obama que por Merkel. Obama y Hollande tendrán la oportunidad de abordar este asunto en una reunión privada hoy en la Casa Blanca, antes de salir hacia Camp David.

Uno de los inconvenientes de esa probable alianza entre Washington y París, además de las propias objeciones de la canciller alemana, es el hecho de que la política de Obama está seriamente cuestionada por sus opositores dentro de EEUU, y no es seguro en estos momentos que vaya a ser refrendada por votantes que le concedan la reeleción el 6 de noviembre.

La colaboración Obama-Hollande será puesta a prueba una segunda vez este fin de semana. El presidente francés, que ha prometido la retirada de sus tropas de Afganistán a finales de este año, puede estar en la orilla contraria al norteamericano cuando éste solicite el respaldo de la OTAN a su estrategia para el final de la guerra.

No va a ser fácil para el presidente norteamericano convencer a sus colegas, enfrentados a grandes emergencias domésticas, de que reserven dinero para que el Gobierno que se ha sostenido difícilmente en Kabul no caiga en manos de los talibanes en cuanto la OTAN se vaya. En buena parte, la credibilidad de la OTAN está en juego en este episodio. La cumbre será una oportunidad de demostrar vitalidad y vigencia de la organización bajo los ojos de un mundo en cambio.

Las voces de los otros

Pobreza

Hace tres años, el G8 prometió 22 mil millones de dólares para hambre; sólo entregó un quinto.

Alimentos

Organizaciones como World Vision exigen reglas antiespeculación para comercio agrícola y dinero para campesinos.