Los candidatos para las elecciones que el domingo definirán al sucesor de Hugo Chávez, el oficialista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles, cerraron ayer con actos multitudinarios una agresiva campaña.

Designado candidato por el propio Chávez antes de morir el 5 de marzo, Maduro encabezó en Caracas una marea roja —color del chavismo—, a quienes pidió el voto para hacer cumplir la voluntad de a quien llama su “padre”.

“Yo aspiro merecer la confianza del comandante, yo espero estar a la altura de la responsabilidad que él me dio, yo aspiro estar a la altura de este pueblo. Tendrán en mí a su padre, su presidente. Yo seré el presidente de los pobres” dijo este exchofer de bus de 50 años.

Desde la tarima, acompañado del exfutbolista argentino Diego Armando Maradona, amigo cercano de Chávez, aprovechó para desacreditar a su rival: “Burgués inmaduro que quiere derrotar al obrero maduro”, rimó Maduro, vestido de blanco, con la bandera tricolor de Venezuela atada al cuello.

A 250 km al oeste de Caracas, en Barquisimeto, Capriles, abogado de 40 años y gobernador del estado Miranda (norte), cerró su campaña también con una masiva afluencia de seguidores.

“No se equivoquen el próximo domingo, es hora de abrir un nuevo ciclo, que esta situación cambie. Vamos a sacar del Gobierno a estos enchufados (oportunistas). Vamos a acabar con la corrupción”, dijo Capriles, ataviado con una camisa y gorra con los colores de la bandera nacional.