Tres meses después del sismo y el tsunami que devastaron la costa este de Japón, en varias ciudades hubo homenajes en memoria de los 23.639 muertos y desaparecidos del desastre. Hubo además protestas y llamados a acelerar la reconstrucción del país y a abandonar el uso de la energía nuclear.

Miles de manifestantes en Tokio y en ciudades afectadas directamente por el desastre marcharon ayer para protestar contra los posibles efectos de la fuga de material radiactivo de los reactores de la central de Fukushima.
Los manifestantes ondearon banderas que decían «No a la energía nuclear» y «No más Fukushima». «Si no entienden el mensaje, ¿qué más tendrá que pasar antes de que dejen de usar la energía atómica?», declaró Yu Matsuda, empleada en un jardín infantil.

El sismo del 11 de marzo tuvo una  magnitud 9,0 y provocó un tsunami que devastó unos 2.000 km de la costa noroeste de Japón. En la central de Fukushima, a 225 km al noreste de Tokio, el agua de mar apagó los sistemas de enfriamiento de los reactores y tres estallaron provocando extensas fugas radiactivas.

Durante la semana, la prensa divulgó nuevos reportes oficiales que señalan que la contaminación es peor de lo que se anunció en un principio, con la posible fusión de combustible nuclear en tres de los cuatro reactores.

En la catástrofe, que fue definida por el Gobierno nipón como «la peor» desde la II Guerra Mundial, murieron unas 23.500 personas, aun cuando unos 8.000 cuerpos no han sido encontrados. Más de 90.000 sobrevivientes viven todavía amontonados en refugios y a la expectativa de la ayuda oficial para poder reconstruir sus vidas.

Ayer, el primer ministro japonés, Naoto Kan, de 64 años, acusado de haber administrado deficientemente la catástrofe y cuyos días en el cargo están contados, viajó al puerto de Kamaishi (noreste) para conversar sobre la reconstrucción.

«Estoy dispuesto a transformar en medidas prácticas lo que he escuchado hoy, incluyendo un aumento presupuestario», prometió Kan a las autoridades locales.

Pero la reconstrucción exige más que buenos deseos. Expertos estiman que la reconstrucción de la zona costera de Tohoku, cubierta con 25 millones de toneladas de escombros, llevará varios años y costará cientos de miles de millones de dólares.

Además, la presión pública contra la energía nuclear ya causó el cierre de la planta nuclear de Hamaoka en mayo y puede forzar a que se apliquen costosas medidas de seguridad en otras centrales o buscar fuentes alternativas de energía.

Actualmente, Japón opera 19 de los 54 reactores que tenía activos antes del desastre de Fukushima, lo que plantea el riesgo de una gran escasez energética el 2012.

Duro efecto económico

El cierre de la central de Fukushima dejó a Japón sin los 12.000 megavatios de electricidad que generaba.

Expertos estiman que el país sufrirá racionamientos y tendrá que importar energía.