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Nuevas señales de esperanza en Europa contra el virus

Dinamarca se convirtió este miércoles en el primer país europeo en reabrir las escuelas, una tímida señal de esperanza en la lucha contra la pandemia, que sigue no obstante ensañándose en Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump abrió una crisis sobre el papel de la OMS.

Europa podría estar dejando atrás lo peor de la pandemia del coronavirus, ya que la tendencia a la baja del número de muertos parece confirmarse en los países más afectados, como en Italia y España, donde la actividad retoma a cuentagotas para oxigenar la economía.

Un total de 523 personas murieron en las últimas 24 horas en España, lo que elevó los decesos a 18.579. Sin embargo, el número de contagios se elevó, tras seis días a la baja.

En Dinamarca, los niños comenzaron a volver a la escuela, siempre y cuando los centros educativos instauren medidas de seguridad, comenzando por una distancia de dos metros entre las mesas.  

Algunos padres juzgaron no obstante precipitada esta reapertura, denunciando que «sus hijos no son ratas de laboratorio».   Cuatro meses después de la aparición del virus en China, la pandemia se ha cobrado 125.000 vidas y ha infectado a más de dos millones de personas en el mundo.   Más de la mitad de la población mundial sigue confinada, aunque los primeros países asiáticos que sufrieron la pandemia dan muestras de volver poco a poco a la normalidad.

Corea del Sur, que logró contener la pandemia gracias a una estrategia de tests masivos, celebró el miércoles elecciones legislativas, con la toma de la temperatura en los centros de votación y la disposición de lugares especiales para los electores con fiebre.

«La gente mantiene sus distancias y todo el mundo lleva guantes», se felicitó Kim Gwang-woo, de 80 años. «Está todo bien organizado», estimó.

En la otra cara de la moneda, Estados Unidos registró el martes más de 2.200 muertos, el balance más grave en un solo día para un solo país, y acumula el peor balance en el mundo, con 25.700 decesos.

«Somos los combatientes en los puestos de avanzada (…) y no tenemos las armas ni la armadura para protegernos del enemigo», lamentaba Judy Sheridan-Gonzalez, enfermera de una unidad de emergencia en Nueva York, donde se ha criticado la falta de equipos de protección del personal sanitario.   En América Latina, Guayaquil, en el suroeste de Ecuador, sufre como ninguna otra ciudad del continente la fuerza destructora de la pandemia.   «No hay espacio ni para vivos ni para muertos», dijo a la AFP Cynthia Viteri, alcaldesa de esta ciudad portuaria donde se están disponiendo dos cementerios adicionales.

«¡Marchamos a la guerra sin armas!», resume una veterana enfermera de la ciudad, contagiada por la COVID-19, que ha matado a cinco trabajadores sanitarios en la ciudad.

«No teníamos listo el equipo necesario cuando esto (la epidemia) empezó a devastar a Europa», lamenta la enfermera, de 55 años.