El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y sus aliados demócratas obtuvieron sendas victorias en el Congreso iniciando una nueva era política, pero no han cosechado los dividendos de promesas electorales.

Ningún oponente republicano del Mandatario puede negar los grandes cambios realizados desde su llegada a la Casa Blanca: el pedido por derogar las recientes reformas de Wall Street aprobadas por el Congreso es la viva prueba de ello. Pero las esperanzas suscitadas tras la elección del 2008 siguen en punto muerto debido al prolongado marasmo económico.

Las preguntas sobre la capacidad de liderazgo de Obama crecen, mientras que el desempleo sigue siendo elevado, ubicándose en 9,5 por ciento, la guerra en Afganistán continúa y el país sigue enfrentando las consecuencias del derrame de petróleo ocurrido en el Golfo de México.

Además, en los últimos días, una ola de encuestas negativas despertó los temores de que los demócratas puedan perder la mayoría en las elecciones legislativas de medio término en noviembre. Tradicionalmente, un presidente cuyos índices de popularidad se ubican por debajo del 50%, se traducen en pobres resultados en las elecciones parlamentarias. Las últimas encuestas realizadas por canales de televisión estadounidenses que dan a Obama entre 44% y 50% de popularidad, inquieta a los demócratas.

El gobernante tendrá que esperar para cosechar los beneficios de los cambios políticos que ha iniciado. En la década de 1990, Bill Clinton tuvo que ser paciente antes que los logros políticos acompasaran los tiempos económicos.

La estrategia de la Casa Blanca fue de carácter ofensivo, responsabilizando a la administración Bush por haber creado la peor crisis económica desde la Gran Depresión de los 30 y criticando a los republicanos por obstaculizar el proceso legislativo.

«Con demasiada frecuencia, los líderes republicanos en Estados Unidos han decidido bloquear nuestra recuperación económica», dijo Obama ayer, haciendo referencia a la obstrucción que encuentran en el Senado para renovar las prestaciones por desempleo. Obama se basará en la reforma financiera que se promulgará en los próximos días para demostrar que los republicanos no están del lado de los estadounidenses que sufren y sí del lado de los grandes bancos de Wall Street.

Los ataques de los republicanos podrían llegar a afectar la suerte del Presidente si penetran en la población estadounidense antes que se sienta el impacto de las reformas financieras y de la salud, logros de su administración.