La fuerza internacional de la ONU se retiró oficialmente ayer de Timor Oriental, después de 13 años de presencia que permitieron pacificar este minúsculo país asiático marcado por una transición sangrienta hacia la independencia y la democracia, y lo deja ahora ante el desafío del desarrollo.

Después de la marcha de los últimos Cascos Azules, sólo permanecerá en el país un “equipo de liquidación” de 79 personas para terminar la operación, dijo en Nueva York (EEUU) Ameerah Haq, secretaria general adjunta de la ONU y exjefa de la UNMIT (Misión Integrada de las Naciones Unidas en Timor-Leste, nombre oficial de Timor Oriental).

Los Cascos Azules de la ONU llegaron a Timor en 1999, cuando el país era prisionero de una ola de violencia a raíz de la victoria del “Sí” en un referéndum sobre la independencia que recién fue alcanzada en 2002.