La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió ayer que los sirios están “perdiendo la esperanza” al agravarse la guerra y con las perspectivas diplomáticas estancadas     y la ayuda internacional cortada. Las últimas conversaciones del enviado especial de la ONU, Lakhdar Brahimi, con el presidente sirio, Bashar al Asad, no denotaron voluntad alguna de negociar por parte del régimen, según diplomáticos, y existen síntomas crecientes de una guerra sectaria en la oposición contra Asad.

La ONU tuvo que cortar el envío de alimentos que provee a 1,5 millones de sirios por falta de fondos, y John Ging, un alto funcionario de la organización, dijo que “la comunidad humanitaria en Siria está en dificultades”.

Con cuatro millones de personas en situación precaria en el país y más de 500 mil refugiados registrados en el exterior “se hace cada vez más difícil hacer solamente las cosas más elementales para ayudar a la gente a sobrevivir”, dijo Ging, director de operaciones de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.

“La gente está perdiendo la esperanza porque sólo se ve más violencia en el horizonte, solamente se avizora más deterioro”, agregó. Disponiendo de apenas la mitad de los fondos comprometidos por países miembros, la ONU lanzó su mayor campaña para recaudar $us 1.500 millones el año próximo.

Con un saldo de víctimas mortales que supera ya las 44 mil, según activistas sirios, y otro duro invierno que se aproxima, las esperanzas de una solución diplomática del conflicto son virtualmente inexistentes. “No vemos ninguna perspectiva del fin de la violencia o de que pueda comenzar un diálogo político” efectivo, dijo el jefe de la ONU, Ban Ki-moon, antes del último viaje de Brahimi.

“Asad parece haber puesto a Brahimi contra la pared nuevamente, el Consejo de Seguridad de la ONU no está ni siquiera cerca de mostrar al enviado el apoyo que necesita y además los rebeldes no están abiertos a un compromiso actualmente”, dijo un diplomático del organismo ejecutivo de las Naciones Unidas. Rusia y China vetaron tres intentos del Consejo de Seguridad por aprobar una resolución que presione con una amenaza de sanciones.

Ban se hace eco ahora de las crecientes advertencias de la ONU de que la evolución del conflicto, que ya lleva 21 meses, lleve a “atrocidades sectarias”. Adama Dieng, representante especial de la ONU para la prevención de genocidios, dijo que “existe un riesgo creciente de que las comunidades civiles, incluidas las alauitas y otras minorías a las que se asocia al Gobierno, sus fuerzas de seguridad, milicias y aliados, sean objeto de ataques de represalia a gran escala”.

Brahimi “ha luchado por encontrar la forma de reunir al régimen y a los rebeldes”, pero deberá diseñar una serie de “Planes B”, según Richard Gowan, del Centro de cooperación internacional de la universidad de Nueva York.

Solicitud. “Una vez más hago un llamamiento (a Siria) para que cese el derramamiento de sangre, se faciliten las ayudas a los prófugos y a los desplazados y, a través del diálogo, se alcance una solución política al conflicto”, declaró ayer el papa Benedicto XVI.

La minoría cristiana

Posición

En Siria, la minoría cristiana, integrada por 1,8 millones de personas, permaneció al margen de la revuelta popular. Sus dirigentes y parte de   la comunidad se posicionaron en favor del régimen por miedo  a los islamistas.