Siria vivió ayer una nueva sangrienta jornada de protestas que se saldó con al menos 15 muertos, mientras el Gobierno anunció que había completado su despliegue militar cerca de la frontera con Turquía.

Según informes de activistas de derechos humanos y grupos de la oposición, las víctimas se produjeron en los suburbios de Damasco y en la ciudad de Homs, al norte de la capital, e incluyen al menos dos menores de edad.

Como es habitual en cada viernes desde mediados de marzo, las protestas estallaron al final de los rezos del mediodía, la celebración religiosa semanal más importante para el Islam, en medio de fuertes medidas de seguridad. Los Comités Locales de Coordinación identificaron a 12 de los muertos.