El nuevo primer ministro nipón, Shinzo Abe, inspeccionó la central de Fukushima, epicentro de la crisis nuclear, para comprobar las labores de desmantelamiento en medio de las dudas sobre la política energética que tomará el Gobierno. Abe, que asumió su cargo el 26 de diciembre, comenzó su visita en el centro deportivo J-Village, un campo de entrenamiento de fútbol cercano a la central reconvertido tras el accidente en base para los trabajadores de la planta. Allí, vestido con un traje para prevenir la alta radiación, agradeció a los empleados de TEPCO, operadora de la maltrecha central, su arduo trabajo y los avances logrados hasta la fecha.

«Sé que el trabajo de desmantelamiento (de los reactores de la central) es duro. Pero avanzan bien y todo se lo debemos a ustedes», indicó Abe en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo.

Se calcula que en total, cerca de 3.000 personas trabajan en las instalaciones de Fukushima Daiichi para poder retirar el combustible dañado y desmantelar las unidades afectadas, un proceso que según los expertos puede llevar unas cuatro décadas.

La visita de Abe, que según sus asesores tiene como objetivo mostrar su compromiso de acelerar la reconstrucción del noreste nipón, azotado por el tsunami y la crisis nuclear de 2011, se produce en un momento en el que aumentan los rumores sobre el interés del Gobierno por retomar poco a poco la energía atómica.

A pesar de que el compromiso de Abe es el de revisar la necesidad de retomar las nucleares en tres años, en los apenas tres días de vida de su gobierno, ya ha dado pistas de su intención de desviarse del camino abierto por el anterior Ejecutivo de Noda, que anunció un futuro sin energía atómica en Japón a partir de 2030.