Los dos candidatos a la presidencia de Brasil, la oficialista Dilma Rousseff y el opositor José Serra, afinaban estrategias ayer en busca de aliarse con la ambientalista evangélica Marina Silva, cuyos votos podrían definir el próximo mandatario brasileño.

Sin embargo, la ex postulante dejó claro ya el lunes, menos de un día después de la elección en la que tuvo una sorpresiva votación de casi el 20%, que será con su Partido Verde que definirá si apoyará a alguno de los finalistas para el balotaje del 31 de octubre.

En tanto, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, que no formuló comentario sobre los resultados, convocó ayer a Brasilia a los gobernadores y a los senadores de su coalición para montar la estrategia electoral.

«Estoy absolutamente seguro de que los gobernadores, senadores y diputados electos participarán activamente de la campaña de nuestra candidata», dijo el ministro de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha.