El ex presidente chileno Salvador Allende se disparó en la cabeza con una pistola el 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de La Moneda durante el golpe de Estado, pero quedó malherido y uno de sus escoltas le dio el tiro de gracia, sostiene el escritor y periodista chileno Camilo Taufic.

El autor presentó en una entrevista con EFE los resultados de la investigación que ha realizado los últimos años y que concluye con la tesis de que la muerte de Allende fue un «suicidio asistido».

El encargado de rematar a Allende, según Taufic, fue Enrique Huerta, intendente de Palacio y miembro de la guardia personal del presidente, los llamados ‘GAP’ (Grupo de Amigos Personales), en un «acto de solidaridad humana y política». Esta versión de los últimos momentos del presidente de la Unidad Popular (UP) difiere de la más difundida hasta ahora, aceptada incluso por la familia, que sostiene que Allende se mató al dispararse en la barbilla con un fusil de asalto AK-47 que le había regalado el cubano Fidel Castro.

Para Camilo Taufic, periodista desde el año 1958, esa explicación obedece a un plan ideado por los militares golpistas chilenos para hacer aparecer a Salvador Allende «empuñando un arma rusa, regalada por un jefe de Estado comunista, con la cual se dispararía en defensa de su Gobierno, ligando el fracaso de la vía pacífica y la vía armada al socialismo».